Las personas que parecen inmunes a los resfriados y la gripe han intrigado durante décadas tanto a científicos como a médicos. Ahora, un exhaustivo análisis revela los secretos detrás de esta aparente invulnerabilidad.
El fenómeno se explica, en gran medida, por las diferencias en el sistema inmunológico de cada individuo. Algunas personas poseen una "respuesta inmune innata robusta", con células asesinas naturales y macrófagos particularmente activos, capaces de neutralizar patógenos con mayor eficacia.
Además, la diversidad del repertorio de células T juega un papel fundamental. Quienes tienen una mayor variedad de estas células pueden reconocer y responder a un espectro más amplio de amenazas, lo que les confiere una ventaja significativa.
Los genes contribuyen aproximadamente entre un 20% y un 40% a la capacidad del sistema inmunológico. Ciertas variantes genéticas, como las relacionadas con los genes HLA, están asociadas con respuestas inmunes más fuertes.
Pero la genética no es el único factor. Los hábitos cotidianos ejercen una influencia crucial. El sueño de calidad, una nutrición adecuada, el ejercicio moderado regular y un microbioma intestinal saludable emergen como pilares fundamentales para fortalecer las defensas corporales.
La conexión entre la mente y el sistema inmunológico también es clave. El estrés crónico debilita la función inmune, mientras que el manejo efectivo del estrés, a través de la meditación o las conexiones sociales, la fortalece.
Incluso la exposición controlada a patógenos puede ser beneficiosa, ya que cada vez que el sistema inmune se enfrenta y vence a un invasor, desarrolla memoria inmunológica y se vuelve más eficiente.
Si bien el sistema inmune tiende a debilitarse con la edad, algunas personas mayores mantienen defensas notablemente robustas, a menudo gracias a una combinación de buena genética, estilo de vida saludable y actitud mental positiva.
En última instancia, el secreto de quienes rara vez se enferman radica en la convergencia afortunada de múltiples factores, desde la genética hasta los hábitos de vida. Entender estos elementos nos ofrece un mapa para fortalecer nuestras propias defensas naturales.
