La combinación de despedidas, balances personales, expectativas no cumplidas y la presión social por "estar bien" emocionalmente puede generar un impacto psicológico significativo en las fiestas de fin de año, especialmente en personas que atraviesan momentos de vulnerabilidad.
Según los expertos consultados por Infobae, la tristeza, la ansiedad, el estrés y la sensación de soledad son fenómenos frecuentes que se intensifican durante diciembre. La psiquiatra Graciela Moreschi explica que las fiestas funcionan como un ritual que deja al descubierto los vínculos personales, y cuando se notan más las faltas y la carencia, todo lo afectivo está más expuesto.
"Uno es adulto y se da cuenta de que a veces no hay tanta contención. La pertenencia se va diluyendo y esto provoca angustia", señala Moreschi. Por su parte, el doctor Rolando Salinas, jefe de Salud Mental del Hospital Alemán, afirma que la tristeza de fin de año no constituye un síndrome, sino una reacción previsible ante un cambio simbólico de etapa.
Uno de los motivos más frecuentes es el balance vital: logros, pérdidas, proyectos no cumplidos. Las personas propensas a autovaloraciones negativas son las más afectadas. Además, el incremento del estrés social, económico y laboral también predispone a la melancolía.
La soledad no deseada es una de las causas más importantes de tristeza en estas fechas, especialmente cuando el ideal festivo se impone como una obligación cultural. El cansancio acumulado del año también actúa como un detonante emocional.
En el caso de los adultos mayores, el impacto emocional depende en gran medida de su entorno social y familiar. Emilce Schenk, psicóloga y coordinadora del Equipo Psicosocial del Centro Hirsch, advierte que en quienes cuentan con apoyos limitados pueden agravarse la ansiedad, el estrés y la melancolía.
Los especialistas coinciden en que aceptar la tristeza como parte de la vida es un primer paso clave. Moreschi recomienda observar qué emociones emergen y qué mensajes traen consigo, y evitar comparaciones con otros o con la propia infancia. Schenk destaca la importancia de la presencia y la escucha activa para los adultos mayores.
Finalmente, Salinas recuerda que las fiestas no nacieron como una obligación de alegría superficial, sino como un tiempo de cierre y esperanza. "No hay que confundir alegría con sentido. Agradecer la vida, permitir que cada uno viva estas fechas a su manera y mantener una esperanza realista son claves para afrontar mejor el inicio del año", concluye.











