Dian Fossey, una de las primatólogas más influyentes del siglo XX, fue asesinada brutalmente el 26 de diciembre de 1985 en su cabaña del Centro de Investigación Karisoke, en las montañas Virunga de Ruanda. Su muerte, a los 53 años, sigue siendo un misterio sin resolver 40 años después.
Fossey, nacida en San Francisco en 1932, se convirtió en una pionera en el estudio y la conservación de los gorilas de montaña. Después de un viaje a África en 1963, se unió al grupo conocido como las "Trimates" junto a Jane Goodall y Biruté Galdikas, bajo la tutela del antropólogo Louis Leakey.
En 1967, Fossey fundó el Centro de Investigación Karisoke, donde pasó 18 años estudiando de cerca a los gorilas. Desarrolló técnicas innovadoras de habituación, como imitar los comportamientos de los primates para ganar su confianza. Sus investigaciones demostraron que los gorilas de montaña son animales generalmente pacíficos, desmintiendo la imagen agresiva que se había popularizado.
La caza furtiva representaba una grave amenaza para la población de gorilas. Después del asesinato de Digit, un gorila macho plata que Fossey consideraba su favorito, en 1978, la primatóloga intensificó sus esfuerzos de conservación activa. Esto incluyó la destrucción de trampas, patrullas armadas y acciones controvertidas contra los cazadores furtivos.
El 26 de diciembre de 1985, Fossey fue encontrada muerta en su cabaña, con un golpe de machete que le partió el cráneo y el rostro. La investigación ruandesa descartó el robo y apuntó a un asesinato premeditado, pero nunca se logró determinar con certeza quiénes fueron los responsables.
Algunas hipótesis señalaron a cazadores furtivos como autores materiales, motivados por las represalias de Fossey. También surgieron indicios de posible complicidad gubernamental, ya que la primatóloga se oponía firmemente al desarrollo turístico en el Parque Nacional de los Volcanes, que afectaba los ingresos estatales.
En 2001, se arrestó a Protais Zigiranyirazo, exgobernador de la provincia de Ruhengeri y cuñado del entonces presidente ruandés, por su presunta implicación en el homicidio. Sin embargo, un tribunal internacional lo absolvió en apelación por errores procesales, y no se presentaron pruebas concluyentes sobre su rol en la muerte de Fossey.
A pesar de las investigaciones, el asesinato de Dian Fossey sigue siendo un misterio sin resolver 40 años después. Su legado, sin embargo, es innegable. Gracias a sus esfuerzos de protección diaria y al trabajo continuado por el Dian Fossey Gorilla Fund, la población de gorilas de montaña ha aumentado de 250 ejemplares en 1967 a más de 1.000 en la actualidad.
Fossey fue enterrada en Karisoke, junto a la tumba de Digit, el gorila que consideraba su favorito. Sus últimas palabras registradas en su diario fueron: "Cuando te das cuenta del valor de la vida, uno se preocupa menos por discutir sobre el pasado y se concentra más en la conservación para el futuro".









