Durante mucho tiempo se creyó que el ánimo se "cocinaba" únicamente en el cerebro. Pero hoy en día, los expertos hablan cada vez más de otra pieza clave del rompecabezas: lo que ocurre en el intestino.
La idea es simple: si el mundo interno del sistema digestivo está desequilibrado, también puede notarse en cómo vivimos el día a día. Cada vez más estudios muestran que lo que pasa en el sistema digestivo no solo impacta en la digestión o la energía diaria, sino también en cómo una persona se siente, reacciona y procesa sus emociones. La microbiota intestinal cumple un rol central en ese equilibrio.
La Dra. María Dolores de la Puerta, especialista en microbiota y salud intestinal, explicó que el intestino participa activamente en la producción de neurotransmisores fundamentales para el bienestar emocional, como la serotonina, la dopamina y el GABA. Según la médica, mantener una microbiota equilibrada no es solo una cuestión digestiva, sino que también puede marcar diferencias concretas en la estabilidad emocional, el nivel de ansiedad y la capacidad de experimentar calma o bienestar en la vida cotidiana.
Lo que muchas personas desconocen es que estos neurotransmisores no se producen únicamente en el cerebro. El intestino alberga un sistema nervioso propio el sistema nervioso entérico que contiene una cantidad de neuronas comparable a la de la médula espinal. Ese sistema mantiene un diálogo constante con la microbiota intestinal, y a través de esa interacción, las bacterias beneficiosas influyen directamente en la producción de neurotransmisores asociados al ánimo, la calma y la motivación.
La Dra. de la Puerta señala que la microbiota es uno de los sistemas más activos del organismo. Los compuestos que producen sus bacterias atraviesan la pared intestinal, llegan al torrente sanguíneo y actúan sobre distintos órganos, incluido el cerebro. Cuando ese ecosistema está equilibrado, se generan moléculas beneficiosas como los ácidos grasos de cadena corta, péptidos neuroactivos y neurotransmisores que favorecen la estabilidad emocional. Entre ellos, la serotonina ocupa un lugar central, ya que cerca del 90% de la serotonina del cuerpo se produce en el intestino.
Por eso, un desorden en la microbiota puede alterar el ánimo, aumentar la ansiedad o dificultar la sensación de calma, aun cuando no exista un problema psicológico de base. Según la experta, prácticas como la meditación, el descanso adecuado o los vínculos sociales positivos ayudan a estimular estos neurotransmisores, pero no reemplazan una base intestinal saludable. Sin un equilibrio en la microbiota, esos estímulos pierden eficacia.
Estas evidencias consolidan una idea cada vez más aceptada: cuidar la microbiota no es una moda, sino una estrategia concreta para sostener el bienestar emocional a largo plazo.











