En sus mensajes de Navidad, el presidente Donald Trump lanzó ataques contra la "escoria de la izquierda radical" y celebró la muerte de "terroristas" en Nigeria, confirmando el giro de su gobierno hacia un nacionalismo cristiano asumido y una religiosidad agresiva.
A diferencia del tradicional mensaje navideño de la Casa Blanca, cargado de citas bíblicas y llamados a la unidad, los tuits de Trump en vísperas y el día de Navidad estuvieron marcados por un tono confrontativo y divisivo.
"Feliz Navidad a todos, incluida la escoria de la izquierda radical", dijo el mandatario republicano el 24 de diciembre. Al día siguiente, anunció ataques selectivos contra yihadistas en Nigeria, escribiendo: "¡FELIZ NAVIDAD a todos, incluidos los terroristas muertos, de los que habrá aún más si continúa su masacre de cristianos".
Este giro hacia un nacionalismo cristiano asumido y una religiosidad agresiva se enmarca en una tendencia más amplia de la administración Trump y del Partido Republicano. Durante su primer mandato, el expresidente ya había presumido de haber restablecido la expresión "Feliz Navidad", acusando falsamente a su predecesor Barack Obama de haberla abandonado.
Asimismo, altos funcionarios del gobierno, como el vicepresidente JD Vance, han impulsado abiertamente la doctrina cristiana en la política, desde la diplomacia hasta la inmigración. Vance llegó a afirmar que "hemos sido, y por la gracia de Dios, siempre seremos, una nación cristiana", recibiendo una ovación de pie.
La retórica religiosa de Trump también tiene un tinte personal y mesiánico. En su discurso de investidura, el mandatario consideró que Dios lo había salvado de un intento de asesinato durante la campaña electoral para confiarle el destino de Estados Unidos. Incluso se ha mostrado preocupado por la salvación de su alma, diciendo que quiere "intentar llegar al Cielo" y que ha oído que no le va bien en ese sentido.
Este giro hacia un nacionalismo cristiano y una religiosidad agresiva en el discurso de Trump durante la Navidad refleja una tendencia más amplia en su gobierno y en el Partido Republicano, que busca consolidar una visión de Estados Unidos como una "nación cristiana" en el centro de la política.
