Apenas unos días después de la Navidad, el excontrovertido expresidente estadounidense Donald Trump volvió a sorprender a la opinión pública al reafirmar su interés por adquirir Groenlandia, la mayor isla del mundo, argumentando que es una cuestión de "seguridad nacional" para Estados Unidos.
Las declaraciones de Trump, realizadas el pasado 23 de diciembre, reavivan un debate que ya había generado polémica en 2019, cuando el mandatario de entonces sorprendió al sugerir la compra de la isla autónoma de Dinamarca. En aquella ocasión, el primer ministro danés calificó la idea como "absurda" y Groenlandia dejó claro que no estaba en venta.
Ahora, Trump ha vuelto a insistir en la necesidad estratégica que tendría para Estados Unidos hacerse con el control de Groenlandia, un territorio de 2,1 millones de kilómetros cuadrados situado entre el océano Ártico y el Atlántico Norte. Según el exmandatario, la posesión de esta isla reviste una importancia crucial para la seguridad nacional estadounidense.
"Groenlandia es estratégicamente muy importante. Tiene una posición geográfica única y un inmenso potencial sin explotar. Estados Unidos necesita Groenlandia por razones de seguridad nacional", afirmó Trump en sus recientes declaraciones.
La adquisición de Groenlandia, que cuenta con una población de poco más de 56.000 habitantes, ha sido vista por algunos analistas como un intento de Trump por ampliar la influencia geopolítica de Estados Unidos en el Ártico, una región que cobra cada vez mayor relevancia geoestratégica debido al deshielo provocado por el cambio climático.
Sin embargo, la idea de comprar Groenlandia ha sido rechazada reiteradamente por las autoridades danesas y groenlandesas. En 2019, la primera ministra de Dinamarca, Mette Frederiksen, calificó la propuesta como "absurda", mientras que el entonces primer ministro de Groenlandia, Kim Kielsen, afirmó que la isla "no está en venta".
Más allá de la viabilidad de la idea, lo cierto es que el interés de Trump por Groenlandia se enmarca en una estrategia más amplia de Estados Unidos por incrementar su presencia y control en el Ártico, una región que cobra cada vez mayor importancia geopolítica y económica debido al deshielo provocado por el cambio climático.
En este sentido, expertos en geopolítica señalan que la posesión de Groenlandia, con su vasta extensión y su ubicación estratégica, podría otorgar a Estados Unidos una ventaja significativa en términos de vigilancia, proyección de poder y acceso a recursos naturales en la región ártica.
No obstante, la idea de Trump enfrenta importantes obstáculos, tanto de carácter político como legal. Groenlandia goza de un estatus de autonomía dentro del Reino de Dinamarca, por lo que cualquier intento de adquisición tendría que contar con el aval de Copenhague, algo que parece poco probable dada la firme oposición expresada en el pasado.
Además, la posibilidad de que Estados Unidos pueda comprar Groenlandia también ha sido cuestionada desde el punto de vista del derecho internacional, ya que la libre determinación de los pueblos es un principio fundamental que podría entrar en conflicto con los planes del exmandatario estadounidense.
En definitiva, la insistencia de Trump en adquirir Groenlandia por razones de seguridad nacional parece ser más una estrategia geopolítica que una propuesta realista y viable. Sin embargo, la sola mención del tema vuelve a poner de manifiesto la visión expansionista y unilateralista que caracterizó gran parte de la política exterior del expresidente durante su mandato.
