El PSOE se resiste a hacer una autocrítica tras los malos resultados en las elecciones autonómicas de Extremadura y prefiere culpar a su propio candidato, Miguel Ángel Gallardo, a quien acusan de "no haber ayudado" para evitar el desmoronamiento. En la reunión de la Ejecutiva Federal, la portavoz Montse Mínguez rechazó cualquier sensación de "fin de ciclo" y aseguró que el partido sigue "vivo" bajo el liderazgo de Pedro Sánchez.
Lejos de analizar los factores que llevaron a la derrota, el PSOE aisla el resultado en Extremadura de la debilidad que atraviesa el Gobierno central, marcado por escándalos de corrupción y casos de acoso sexual en el partido. En su lugar, atribuyen la debacle a la "desmovilización" de los votantes, achacando esto a una "campaña de desinformación y ataques" contra su candidato.
La portavoz socialista también criticó al PP por "blanquear a la ultraderecha" y advertir que cada pacto con Vox "trae un recorte" y un costo en derechos. Sin embargo, el PSOE evita hacer una reflexión profunda sobre los motivos reales de la pérdida de apoyo electoral, prefiriendo mantener su discurso de "dique de contención" frente a la derecha.
Ante esta situación, el partido ha anunciado algunos cambios en su Ejecutiva Federal, como la incorporación de Elisa Garrido como nueva adjunta de Organización y responsable de Coordinación Territorial. Estos movimientos parecen más una reacción a los escándalos internos que una verdadera estrategia para recuperar la confianza de los votantes.











