Los primeros 90 días del gobierno del presidente electo José Antonio Kast en Chile serán decisivos para marcar el rumbo de su administración y recuperar la confianza de una ciudadanía escéptica. El nuevo mandatario deberá enviar señales claras en materia de seguridad pública, fortaleciendo a las fuerzas policiales, y en el ámbito económico, atrayendo más inversión nacional y extranjera.
El contexto en el que asume Kast no es sencillo. Chile llega a este nuevo ciclo político con una ciudadanía cansada de promesas maximalistas y políticas públicas improvisadas. En ese escenario, el nuevo gobierno tendrá que demostrar que puede "hacer las cosas bien, con responsabilidad, apego a la evidencia y respeto por las reglas", según se señala en el análisis.
En materia de seguridad, el Estado deberá recuperar presencia, autoridad y capacidad operativa, sin caer en "slogans ni gestos efectistas". La seguridad no es una bandera ideológica, sino una condición básica para la libertad, la cohesión social y el desarrollo económico.
Pero la seguridad también tiene una dimensión económica. Atraer más inversión, tanto nacional como extranjera, es clave para volver a crecer y mejorar salarios, financiar políticas sociales y reducir desigualdades. Para ello, el nuevo gobierno deberá enviar señales tempranas de estabilidad normativa, respetando los contratos y asegurando marcos regulatorios predecibles.
La responsabilidad fiscal, lejos de ser un "dogma tecnocrático", es también una "señal ética hacia las futuras generaciones: no se puede prometer hoy hipotecando el mañana", se advierte en el análisis.
Los primeros 90 días serán también una oportunidad para que Kast marque un estilo de gobierno que privilegie "la sobriedad por sobre el voluntarismo, el rigor técnico por sobre la consigna fácil y el diálogo institucional por sobre la confrontación permanente".
En resumen, el desafío del presidente electo no será menor. Deberá demostrar que "el orden, la responsabilidad y el respeto por las reglas" no son conceptos del pasado, sino herramientas modernas para enfrentar un país complejo y exigente. Si en los primeros 90 días logra mostrar un rumbo claro, un método serio y señales consistentes en seguridad y economía, habrá dado el paso más importante: recuperar la confianza de una ciudadanía que quiere cambios, sí, pero cambios bien hechos.
