La artista venezolana Magdalena Fernández presenta dos exposiciones retrospectivas en el Centro de Arte Los Galpones de Caracas que ofrecen una mirada profunda a su trayectoria de tres décadas. A través de 80 piezas, "Fragmentos" y "Vínculos" comunican la imponderable naturaleza venezolana, codificando sus formas orgánicas en un lenguaje abstracto-geométrico.
Fernández (Caracas, 1964) ha desarrollado un sofisticado lenguaje visual que bebe de su sólida formación en diseño gráfico y su fascinación por la ciencia. Sus obras no pretenden imitar o reproducir textualmente la belleza caprichosa de la vegetación, la vida animal o los fenómenos ambientales del trópico, sino que se proyectan como traducciones simbólicas de esas formas naturales.
La artista recuerda con cariño las excursiones de su niñez al río, la playa y la montaña, que marcaron su sensibilidad hacia el entorno. Esa conexión íntima con la geografía venezolana se refleja en sus instalaciones, que evocan ecosistemas y fenómenos locales como las guacamayas sobrevolando el Ávila, las torrenciales lluvias o la luz del amanecer.
Al escoger la abstracción geométrica como su código, Fernández continúa la herencia de maestros internacionales como Mondrian y Malevich, y locales como Otero, Soto y Gego. Sin embargo, su apropiación de estas tradiciones no es acrítica: las revisa estratégicamente, citando y reinterpretando sus formas para enunciar un lenguaje propio.
Las obras de Fernández se inscriben en la genealogía de obras emblemáticas de la historia del arte venezolano, como los penetrables de Soto y las cromosaturaciones de Cruz-Diez. Pero su paradójica relación con el paisaje la acerca también a la tradición de artistas que cartografiaron la indómita fisionomía latinoamericana, desde el Círculo de Bellas Artes hasta la obra excepcional de Armando Reverón.
En un contexto de extractivismo y devastación ambiental en Venezuela, la poética de Fernández adquiere una relevancia política. Sus imágenes parecen interpelar a la sociedad a valorar y preservar la naturaleza, anticipando un cambio de paradigma en la relación entre el ser humano y su entorno. Una verdadera revolución.
