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Ecuatorianos que trabajan, emprenden y ayudan sin esperar aplausos: Un ejemplo de solidaridad en tiempos de crisis

Ecuatorianos que trabajan, emprenden y ayudan sin esperar aplausos: Un ejemplo de solidaridad en tiempos de crisis
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En medio de los desafíos que enfrenta Ecuador, una historia de esperanza emerge de la mano de miles de ciudadanos que, sin esperar permisos ni aplausos, se entregan a trabajar, emprender, educar y cuidar de los demás. Esta labor silenciosa y constante de la sociedad civil es un ejemplo de cómo la solidaridad y el compromiso pueden transformar una nación.

La reciente visita de la Junta de Beneficencia de Guayaquil al Vaticano, donde el Papa recibió y bendijo su obra, es un reconocimiento a una institución que encarna una verdad incómoda para el colectivismo: la solidaridad auténtica nace de la libertad. Hospitales, hogares, atención a los más vulnerables y servicios esenciales siempre surgieron de ciudadanos que decidieron actuar y servir.

Este espíritu de servicio se extiende más allá de la Junta de Beneficencia. En un país golpeado por la violencia, la pobreza y la desconfianza, miles de ecuatorianos trabajan incansablemente, sin esperar reconocimiento, para reconstruir la sociedad desde la responsabilidad, el compromiso y la solidaridad.

La Navidad, un jubileo anual que nos recuerda la fragilidad humana y la responsabilidad hacia los demás, es un llamado a reconciliarnos, reparar errores y renovar la esperanza. En este contexto, la labor de estos ciudadanos ejemplares se convierte en un faro de esperanza para el país.

Lejos de la urgencia y la coyuntura política, estas acciones concretas de la sociedad civil demuestran que Ecuador no está condenado a la resignación. Hay una fuerza viva que responde a los desafíos con trabajo, emprendimiento y solidaridad. El pesimismo paraliza, pero la responsabilidad moviliza.

En este tiempo navideño, que también es un Jubileo para nuestra conciencia cívica, es momento de levantar la voz, tender la mano al prójimo y demostrar que la paz se construye con acciones pequeñas pero constantes. Cada gesto de solidaridad, cada iniciativa cívica y cada decisión de enfrentar el miedo con responsabilidad cuenta.

Juntos, los ecuatorianos podemos resistir la violencia y sembrar esperanza. Porque como bien decía Martin Luther King Jr.: "Podemos aceptar decepciones finitas, pero nunca perder la esperanza infinita". Este es el mensaje de estos ciudadanos ejemplares, que nos recuerdan que la dignidad humana no nace del poder ni del Estado, sino de la persona misma.

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