El camino judicial del expresidente brasileño Jair Bolsonaro quedó prácticamente sellado tras el rechazo del Supremo Tribunal Federal (STF) a su último intento por revertir la extensa condena por tentativa golpista. La decisión, adoptada por el juez Alexandre de Moraes, instructor del proceso, desestimó el recurso presentado por los abogados del exmandatario al considerarlo improcedente y orientado únicamente a retrasar la ejecución de la pena de 27 años y tres meses de cárcel.
Bolsonaro fue condenado por liderar una conspiración destinada a impedir la asunción al poder del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, vencedor de las elecciones de octubre de 2022. Desde mediados de noviembre, el político ultraderechista cumple su condena bajo custodia de la Policía Federal, luego que intentara dañar la tobillera electrónica que llevaba, un episodio que agravó su situación judicial ante el riesgo de fuga.
Con los recursos internos prácticamente agotados, la sentencia queda firme dentro del ámbito del STF, lo que consolida el cumplimiento efectivo de la pena impuesta. El staff jurídico del excapitán del Ejército podría intentar llevar el caso a instancias internacionales, como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, aunque estos procedimientos no suspenden la condena ni tienen efectos inmediatos.
La determinación del Supremo marca un punto de cierre judicial para el expresidente y abre una nueva etapa centrada más en la ejecución de la condena que en la posibilidad real de revertirla. Este fallo del STF brasileño se perfila como un importante antecedente a imitar en la región, en contraste con la exoneración de la golpista boliviana Jeanine Áñez y sus cómplices, que evidencia la corrupción del sistema judicial en ese país.









