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Impasse electoral en Honduras: Tensión política y presión internacional marcan la transición

Impasse electoral en Honduras: Tensión política y presión internacional marcan la transición

Honduras se encuentra sumida en un complicado impasse electoral que pone a prueba la estabilidad política y la confianza en el sistema democrático del país. Tras unas elecciones presidenciales marcadas por la incertidumbre y la falta de consenso, el país enfrenta un escenario de revisión de actas, corrección de inconsistencias y forcejeos técnicos que amenazan con prolongar la indefinición.

El Consejo Nacional Electoral (CNE) opera sin unanimidad, mientras el Congreso permanece inactivo y el ruido político crece, empañando aún más el panorama. Cada día adicional de incertidumbre no aclara la situación, sino que la empeora, con la economía congelada, la inversión retrayéndose y la población esperando con cansancio, pero sin miedo.

A este escenario se suma la presión de Estados Unidos, que observa atentamente el desarrollo de los acontecimientos. Honduras ya no es un "experimento" ni una "obra escolar", sino una pieza estratégica en la región. Washington mide y presiona, no por un "romanticismo democrático", sino por intereses propios, lo que reduce el margen de maniobra y evoca inevitablemente los fantasmas del pasado, cuando la injerencia externa fue una constante.

Además, los fantasmas del pasado reaparecen en forma de redes, favores, silencios y deudas que no han desaparecido con la salida de Juan Orlando Hernández del primer plano político. Estas afinidades resurgen como recordatorios incómodos de que en Honduras nada desaparece del todo; solo cambia de vestuario.

Por otro lado, el empresariado local se mueve con cautela, exigiendo estabilidad y certeza, pero sin estar dispuesto a asumir los costos que ello implica. Sin reglas claras, no hay nuevos negocios posibles ni confianza que dure.

Todo apunta a que el ganador presidencial es Tito, pero lo que está en juego ya no es solo quién ganó, sino la capacidad del sistema de dejar de embellecerse y asumir la realidad. Este clima de incertidumbre no construye nación, sino que espanta capital, paraliza decisiones y erosiona la fe cívica.

Honduras necesita cerrar este capítulo con firmeza, legalidad y sentido de Estado, dejando atrás las soluciones cosméticas y enfrentando de frente las arrugas y verrugas de un sistema cansado. Solo así podrá construir un futuro más estable y confiable para su población.

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