El presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva que ampliará el acceso al cannabis, una medida muy esperada que supondrá el cambio más significativo en la política antidroga de Estados Unidos en décadas.
La orden instruye a la fiscal general de Estados Unidos a reclasificar el cannabis, de narcótico de la Lista I, a droga de la Lista III, situándolo en la misma categoría que el Tylenol con codeína. Esto permitirá ampliar la investigación sobre sus posibles beneficios, aunque el cannabis seguirá siendo ilegal a nivel federal.
La nueva clasificación también tiene implicaciones fiscales para los dispensarios de cannabis autorizados por el Estado, ya que la normativa actual les prohíbe algunas deducciones fiscales si venden productos de la Lista I.
Además, Trump ha ordenado a los funcionarios de la Casa Blanca que colaboren con el Congreso para permitir que algunos estadounidenses tengan acceso al cannabidiol (CBD) a través del programa de salud Medicaid.
Esta medida ha encontrado cierta resistencia por parte de los legisladores republicanos, quienes argumentan que podría normalizar el consumo de cannabis y que no existen "datos ni pruebas científicas suficientes" que respalden el cambio.
Sin embargo, las encuestas muestran que la mayoría de los estadounidenses (64%) apoya los esfuerzos para legalizar la marihuana, aunque el apoyo ha disminuido ligeramente entre los republicanos.
La orden de Trump representa un giro significativo en la política antidroga del país, que durante décadas se ha caracterizado por un enfoque punitivo hacia el consumo de cannabis. Esta reclasificación podría allanar el camino para una mayor aceptación y regulación del uso de esta sustancia a nivel federal.
