Tradicionalmente, los especialistas han recomendado priorizar el consumo de la naranja entera sobre el jugo, debido a su menor contenido de fibra y mayor concentración de azúcares libres. Sin embargo, investigaciones recientes muestran que, consumido con moderación y como parte de una dieta equilibrada, el jugo de naranja puede aportar beneficios significativos a la salud cardiovascular.
Estudios publicados en revistas científicas como The Conversation y el American Journal of Clinical Nutrition señalan que el jugo de naranja puede modificar la expresión de genes clave relacionados con la inflamación, la presión arterial y el metabolismo de azúcares. Esto se debe principalmente al flavonoide hesperidina, presente en el jugo, que ha demostrado tener propiedades antioxidantes y antiinflamatorias.
Un estudio realizado con 500 ml de jugo de naranja pasteurizado al día durante dos meses, mostró que los participantes presentaron una reducción en la actividad de genes relacionados con la inflamación y la hipertensión, como NAMPT, IL6, IL1B y NLRP3, además de una disminución en la actividad del gen SGK1, vinculado a la retención de sodio por los riñones.
El impacto del jugo de naranja puede variar según el perfil metabólico de cada persona. En individuos con mayor peso, se observaron cambios en genes asociados al metabolismo de grasas, mientras que en personas más delgadas los efectos fueron más evidentes en marcadores de inflamación.
Revisiones sistemáticas y ensayos clínicos también han respaldado estos hallazgos. Una revisión publicada en Molecular Nutrition & Food Research con 639 participantes mostró que el consumo habitual de jugo de naranja se asocia con reducción de la resistencia a la insulina y mejora de los niveles de colesterol, factores clave en la prevención de enfermedades cardiovasculares.
Incluso el jugo de naranja sanguina, con mayor concentración de compuestos bioactivos, ha demostrado efectos positivos sobre la microbiota intestinal, favoreciendo la producción de ácidos grasos de cadena corta que ayudan a mantener la presión arterial bajo control y reducir la inflamación.
En personas con síndrome metabólico u obesidad, el consumo diario de jugo de naranja ha mostrado mejoras en la función endotelial, es decir, en la capacidad de los vasos sanguíneos para relajarse y dilatarse, un factor determinante en la prevención de eventos cardíacos.
Aunque la fruta entera sigue siendo la opción más recomendable por su aporte de fibra, el consumo moderado de jugo de naranja puro puede ofrecer efectos acumulativos beneficiosos para la salud cardíaca, incluyendo la regulación de la presión arterial, la reducción de inflamación y la mejora de ciertos marcadores metabólicos, convirtiéndolo en un aliado potencial dentro de un plan alimentario equilibrado.
