Avatar: Fuego y cenizas, la nueva entrega de la saga de James Cameron, ofrece un espectáculo visual impresionante, pero se ve opacado por una duración excesiva y una trama repetitiva que no logra emocionar al público.
La película, con un presupuesto estimado de $450 millones, es el sexto filme más caro de la historia. Cameron sigue siendo el maestro del espectáculo cinematográfico, con una fotografía, efectos visuales y diseño sonoro de primer nivel. Las escenas de acción, especialmente las aéreas y acuáticas, son verdaderas obras de arte.
Sin embargo, el problema radica en que la historia se repite una vez más, con el mismo esquema de conflicto entre los pueblos originarios de Pandora y la fuerza militar invasora. Aunque la incorporación de la actriz Oona Chaplin como una nueva villana Na'vi es un acierto, los personajes principales siguen siendo planos y poco memorables.
Además, la duración de 3 horas y 15 minutos pone a prueba incluso a los espectadores más pacientes, especialmente cuando el vínculo emocional con la trama y los personajes sigue siendo limitado. Tras tres películas y cerca de mil millones de dólares invertidos, la saga de Avatar aún no ha logrado que el público construya un vínculo real con su mundo.
Si bien Avatar: Fuego y cenizas es una proeza técnica, la crítica coincide en que la repetición de la fórmula y la excesiva duración terminan por agotar al espectador, dejando la sensación de que quizás ya es momento de que James Cameron explore nuevas historias.
