La muerte de Gustavo Basso, reconocido empresario del sector ganadero, ha desatado una compleja trama legal en torno a los créditos que mantenía con el Frigorífico Casa Blanca de Paysandú. Seis días después de su fallecimiento, su familia se presentó ante la Justicia solicitando la apertura de la sucesión "a beneficio de inventario", lo que significa que los herederos solo responderán por las deudas hasta el monto de los bienes heredados, protegiendo su patrimonio personal.
En ese escrito, la familia de Basso declaró que existían créditos a su favor por más de US$18 millones, originados en anticipos y ventas realizadas al frigorífico. Posteriormente, al momento de realizar el "Inventario Solemne y Estimativo", la familia reiteró la existencia de esos créditos por la misma suma.
Tras la solicitud de un grupo de acreedores que mantenían arrendamientos de campos pendientes de pago, la Justicia decretó en agosto el concurso necesario de la herencia de Basso. En este contexto, el síndico del concurso, Alfredo Ciavattone, se presentó como acreedor de Fricasa con US$15,5 millones por préstamos dinerarios con garantía hipotecaria efectuados por Basso, así como por la compraventa de animales para faena cuyo precio no había sido pagado.
Según el escrito al que accedió El Observador, la interventora del concurso del frigorífico, la contadora Alicia Carlevaro, le verificó a la herencia de Basso créditos a cobrar por US$3 millones. Sin embargo, parte de esa deuda se habría perdido por prescripción de intereses.
Lo más revelador del escrito de Carlevaro fue que dio cuenta de que Candelaria Basso y su marido, Alfredo Rava, habían instruido que los pagos correspondientes al Escritorio Basso se realizaran a una cuenta bancaria personal bajo titularidad de ambos. Esto generó sospechas sobre un posible desvío de fondos.
Además, Carlevaro informó que las facturas presentadas por la herencia de Basso por US$8,5 millones en ventas de ganado a Fricasa estaban incluidas en los registros contables de la empresa y figuraban como abonadas mediante transferencias a la cuenta de Gustavo Basso y luego a la de Rava/Basso, según instrucciones del Escritorio Basso.
En declaraciones del gerente general de Casa Blanca, Carlos Fuidio, en el marco de la causa de Conexión Ganadera, no logró explicar por qué Gustavo Basso le entregaba ganado para faenar al punto de que llegara a acumularse una deuda de US$27 millones sin que le realizara ningún tipo de reclamo.
Finalmente, en el inventario de la herencia de Basso se declaró una deuda de US$18 millones, se presentó documentación por US$15 millones y la interventora en el concurso voluntario de Fricasa terminó verificando créditos a favor de la herencia por US$3 millones, de los cuales US$1,7 millones tienen privilegio especial por tener garantía hipotecaria.
