La soledad masculina en Quito se ha convertido en una epidemia silenciosa que se agrava particularmente durante la época navideña. Este problema se cruza con otros desafíos como el estrés, el desempleo y un preocupante aumento en las tasas de suicidio, exponiendo fallas en la atención de la salud mental en la capital ecuatoriana.
Según datos recientes, el número de hombres que reportan sentirse solos y aislados en Quito ha aumentado de manera significativa en los últimos años. Especialistas atribuyen este fenómeno a una combinación de factores sociales, económicos y culturales que han erosionado los tradicionales sistemas de apoyo y contención para los varones.
"La soledad masculina es un problema que ha ido en aumento, especialmente en épocas como Navidad, cuando las expectativas sociales y familiares contrastan con la realidad de muchos hombres que se sienten solos y desconectados", explica la psicóloga Sofía Guzmán, quien lleva años trabajando en programas de salud mental en Quito.
Uno de los aspectos más preocupantes es el vínculo entre la soledad y el aumento del estrés, la depresión y el riesgo de suicidio entre los hombres de la ciudad. Las estadísticas muestran que, en los últimos cinco años, los casos de suicidio masculino en Quito se han incrementado en un 30%, una tendencia que los expertos relacionan directamente con la crisis de salud mental que viven muchos varones.
"Hay toda una cultura de la masculinidad tóxica que impide que los hombres pidan ayuda y reconozcan sus problemas emocionales. Esto los aísla aún más y los empuja hacia conductas autodestructivas", advierte el psicólogo Javier Ramírez.
Las autoridades de salud en Quito han reconocido la gravedad de esta situación y han comenzado a implementar algunas iniciativas para abordar el tema, como la apertura de centros de atención psicológica especializados en hombres. Sin embargo, los expertos coinciden en que se necesitan cambios estructurales más profundos para revertir esta epidemia silenciosa.
"Necesitamos trabajar en desmantelar los estereotipos de género, fomentar redes de apoyo comunitario y brindar más recursos de salud mental accesibles para los hombres. Solo así podremos empezar a sanar esta crisis de soledad que está cobrando un precio tan alto", concluye la psicóloga Guzmán.










