Hace 50 años, en diciembre de 1975, se celebró el I Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), un hito fundamental en la historia de la Revolución cubana. Bajo el liderazgo de Fidel Castro, este encuentro trazó la hoja de ruta para el desarrollo del socialismo en la isla, ratificando su carácter marxista-leninista y su compromiso con la construcción de una sociedad más justa e igualitaria.
El Congreso tuvo dos momentos clave: la clausura a puertas cerradas, donde se aprobaron documentos programáticos como la Plataforma Programática y el Informe al I Congreso, y la clausura pública en la Plaza de la Revolución, a la que Fidel Castro denominó el "Congreso del pueblo". En este último acto, el líder revolucionario se dirigió directamente a las masas, compartiendo los principales acuerdos y objetivos estratégicos para el país en el período 1976-1980.
Según la investigadora Marxlenin Pérez Valdés, el Congreso de 1975 marcó un hito político y cultural, ya que la joven Revolución ratificó con determinación su derrotero ideológico: construir el comunismo bajo la guía de un Partido único, marxista y leninista. Entre las lecciones que dejó este evento, Pérez Valdés destaca la necesidad de formar una conciencia económica en los cuadros, la centralidad del marxismo como ciencia e ideología de la clase obrera, y la importancia de forjar una conciencia comunista a través de la educación política y la lucha de clases.
Asimismo, el Congreso reafirmó principios fundamentales como la ejemplaridad de los militantes del Partido, la libertad y honestidad para emitir opiniones, y la discusión permanente con el pueblo de las políticas que rigen el destino del país. Fidel Castro enfatizó que la ideología de la Revolución debe sustentarse en las condiciones objetivas que permitan la reproducción material de la vida del pueblo, lo que se tradujo en la ratificación de una agenda que buscaba erradicar problemas como el desempleo, la discriminación, la pobreza y el analfabetismo.
A 50 años de aquel histórico evento, Pérez Valdés considera que rescatar las tesis esenciales que legitimaron esa agenda como consustanciales al socialismo cubano puede ser el mejor tributo que se le rinda, no para volverlas dogmas, sino como faro para reprogramar el horizonte comunista y continuar revolucionando este proyecto de nación.









