La menstruación ha sido durante mucho tiempo un tema tabú y rodeado de mitos y estereotipos que obligaban a mantener silencio. Sin embargo, en los últimos años, la lucha por la dignidad menstrual ha ganado visibilidad y se ha convertido en una realidad que requiere políticas públicas y presupuesto.
En México, se han dado pasos concretos, aunque a veces lentos e incompletos, para reconocer la gestión menstrual como un asunto de salud y permanencia escolar. En el Congreso se han presentado reformas para garantizar educación menstrual e insumos en escuelas públicas, y ya son 17 estados los que han realizado cambios importantes en sus leyes educativas.
Sin embargo, la distancia entre la norma y la realidad sigue siendo grande. Muchas escuelas carecen de agua, sanitarios dignos y manejo adecuado de residuos; la entrega de insumos no es constante y la formación docente sigue siendo insuficiente.
Recientemente, las secretarías de Educación y de Salud anunciaron las Estrategias Nacionales por una menstruación digna, que prevén su atención integral en centros escolares reconociendo su impacto directo en el bienestar, la salud mental y la continuidad educativa de 11.6 millones de estudiantes. Será importante estar atentos a su implementación para asegurarse de que nadie quede excluido.
Hablar de menstruación es revolucionario y cada conversación empuja la política pública, exige presupuesto y obliga a las instituciones a responder. La dignidad menstrual en las escuelas de México no se garantiza solo con leyes, sino con diálogo, vigilancia ciudadana y acción colectiva.
