En medio de frustradas negociaciones de paz, grupos guerrilleros como el ELN y disidencias de las FARC han intensificado sus ataques contra la fuerza pública en el suroeste de Colombia, dejando un saldo de al menos cuatro policías muertos.
Los violentos incidentes ocurrieron en la ciudad de Cali y en un municipio rural del departamento del Cauca, donde los rebeldes desplegaron una ofensiva con explosivos, granadas y ráfagas de fusil contra estaciones de policía.
Según las autoridades, el primer ataque en Cali fue atribuido al ELN, que impuso desde el domingo un "paro armado" para "defender" al país de las "amenazas de intervención" del expresidente estadounidense Donald Trump. Mientras tanto, el segundo ataque en Cauca fue responsabilidad de disidentes de las FARC liderados por el guerrillero más buscado del país, alias Iván Mordisco.
El ministro de Defensa, Pedro Sánchez, condenó enérgicamente estos hechos y ordenó el despliegue de todas las capacidades de la Fuerza Pública para neutralizar a los "criminales". Por su parte, el presidente Gustavo Petro, quien intentó negociar la paz con estos grupos, instruyó a la fuerza pública a "atacar" a la guerrilla y "defender al pueblo de Colombia".
La ola de violencia en el suroeste colombiano se produce en un contexto de frustradas negociaciones de paz y un fortalecimiento de las organizaciones ilegales, según denuncias de la oposición. Desde el inicio de este año, 146 soldados y policías han sido asesinados por grupos armados en el país.
