Bijagua, Upala, Alajuela. 24 de noviembre de 2016. Esa fecha quedará grabada para siempre en la memoria de los habitantes de esta comunidad costarricense. El paso del devastador huracán Otto no solo arrasó con viviendas, caminos y comercios, sino que también se llevó la vida de 10 personas.
Sin embargo, a pesar del duro golpe, Bijagua ha logrado reconstruirse y convertirse en un destino turístico que atrae visitantes de todo el mundo. El fotógrafo Jhon Durán, de Grupo Nación, viajó hasta la zona para documentar cómo luce actualmente y cuáles son los encantos que ofrece más allá del famoso río Celeste.
Su recorrido reveló una comunidad que ha sanado, se ha levantado y muestra con orgullo su resiliencia. "Bijagua me recibió como se reciben los grandes secretos: en silencio, esperando ser descubiertos", relató Durán, quien disfrutó de un tradicional desayuno en las cabañas de la familia Zúñiga López, probó el delicioso café local y vivió una inolvidable cabalgata guiada por los senderos que combinan vegetación, montañas y vistas abiertas.
Antes del huracán, Bijagua era reconocida principalmente por la agricultura y la ganadería. Sin embargo, el turismo tomó fuerza cuando se habilitó el acceso al parque nacional Volcán Tenorio y al río Celeste. Más vecinos se capacitaron en gastronomía, guianza, hospedaje y actividades recreativas, lo que dinamizó la economía local.
Hoy, Bijagua ofrece una variedad de opciones de hospedaje, desde casas equipadas hasta hoteles de mayor categoría, así como una amplia oferta gastronómica y múltiples tours como cabalgatas, tubing, kayak, observación de perezosos y recorridos nocturnos para apreciar la fauna silvestre.
Luis Diego Zúñiga, sobrino de doña Mayra y guía turístico, explica que uno de sus objetivos es mostrar el contraste entre el antes y el después del evento natural, destacando cómo la comunidad logró reinventarse. "Bijagua no es solo un destino, es un ritual, un bautizo de barro, agua y fuego criollo", afirma.
La comunidad espera que más visitantes lleguen para conocer su evolución, apoyar sus proyectos y descubrir un destino donde la belleza natural convive con la memoria y la superación. Bijagua es un ejemplo de cómo la resiliencia y el trabajo en equipo pueden transformar una tragedia en una oportunidad de crecimiento y desarrollo turístico.
