Los insurgentes de la Alianza de Fuerzas Congoleñas (AFC/M23) denunciaron que las Fuerzas Armadas de la República Democrática del Congo (RDC) y sus aliados, incluyendo el Ejército de Burundi, lanzaron una campaña de "exterminación premeditada, sistemática y centrada en las poblaciones tutsis" durante el pasado fin de semana.
Según un comunicado divulgado por el grupo rebelde, los ataques incluyeron bombardeos con aviones Sukhoi-25, helicópteros de combate y drones militares desde territorio burundés sobre las comunas de Mikenke y Rwesankuku, densamente pobladas por la etnia Banyamulenges.
Los insurgentes calificaron estos ataques como una "violación flagrante y repetida del derecho internacional humanitario" y advirtieron que la "gravedad extrema de estos actos puede calificar como crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad".
La AFC/M23 acusó al gobierno de Kinshasa de "patrocinar la limpieza étnica" contra los tutsis congoleños y otras tribus como los Banyamulenges y los Hema, además de denunciar la "mala gobernanza" y la "ausencia de la autoridad estatal" en el país.
Los rebeldes se definieron como un "movimiento de liberación" que actúa "ante la ausencia de la autoridad estatal" y la colaboración del "régimen de Kinshasa" con "grupos armados locales y extranjeros, incluidos remanentes de fuerzas genocidas de Ruanda".
Asimismo, rechazaron ser presentados como un "grupo armado foráneo o cercanos a Ruanda", afirmando que luchan por sus derechos como ciudadanos congoleños, incluyendo el derecho a la repatriación de los refugiados y la protección contra la exterminación.
La AFC/M23 exhortó al Consejo de Seguridad de la ONU a condenar las acciones del gobierno de la RDC y a exigir el cumplimiento de los acuerdos firmados, asegurando que sólo el diálogo sincero y el respeto por lo pactado pueden llegar a las raíces del conflicto.


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