En la madrugada del 13 de diciembre, dos sismos de magnitud 4.2 sacudieron los estados de Oaxaca y Guerrero, sin reportes de daños o víctimas, según informó el Servicio Sismológico Nacional (SSN).
El primer sismo se registró a las 3:08 horas en el municipio de Salina Cruz, Oaxaca, con epicentro a 27 kilómetros al sureste de la ciudad y a una profundidad de 16.1 kilómetros.
Posteriormente, a las 2:27 horas, otro sismo de 4.2 grados de magnitud se produjo en el municipio de Cd. Altamirano, Guerrero, con epicentro a 21 kilómetros al sureste de la ciudad y a una profundidad de 48.7 kilómetros.
Ambos eventos sísmicos se registraron en una zona de alta sismicidad, ya que México se encuentra ubicado en la interacción de cinco placas tectónicas: Caribe, Norteamérica, Pacífico, Rivera y Cocos. Esta constante actividad entre las placas hace que el país esté expuesto a la ocurrencia frecuente de sismos.
Afortunadamente, en esta ocasión, los dos movimientos telúricos no generaron daños materiales ni personales, de acuerdo con los primeros reportes de las autoridades locales. Sin embargo, los sismos sirven como un recordatorio de la importancia de estar preparados y contar con protocolos de seguridad ante este tipo de fenómenos naturales.
Es crucial que la población esté atenta a los avisos y recomendaciones de las autoridades competentes, así como tener un plan de emergencia familiar y conocer las rutas de evacuación en caso de ser necesario. La prevención y la respuesta oportuna pueden marcar la diferencia cuando ocurren este tipo de eventos sísmicos.
