La masacre de El Mozote, ocurrida el 11 de diciembre de 1981 en El Salvador, sigue siendo una herida abierta en la memoria colectiva del país. Hace 44 años, el Batallón Atlácatl, entrenado por Estados Unidos, entró al cantón El Mozote y a las comunidades aledañas, asesinando a casi mil personas, entre ellas niños, mujeres embarazadas y ancianos.
Esta brutal matanza contra civiles indefensos fue la más grande en la historia moderna del continente americano. A pesar de los esfuerzos de distintos gobiernos por ocultar la verdad, la voz de los sobrevivientes, como la de Rufina Amaya, ha logrado mantener viva la memoria de esta tragedia.
Hoy, en plena dictadura de Nayib Bukele, las familias de las víctimas siguen luchando por acceder a los archivos militares y obtener justicia. Mientras algunos hablan de "renovar" o "transformar" El Mozote, otros recuerdan que sin verdad y reparación, no puede haber una memoria digna.
Diciembre ya no es solo cohetes y luces para los habitantes de esta región. Es el viento soplando nombres, es la madre que siente los brazos vacíos, es el padre que nunca volvió. Es el deber sagrado de recordar para que nunca más se repita una atrocidad de esta magnitud.
A 44 años de la masacre, la lucha por la verdad y la justicia continúa. Cada vela encendida es una semilla de esperanza para que la tierra de El Mozote florezca con la verdad completa, la dignidad y la reparación que merecen las víctimas y sus familias. Porque la memoria no es un estorbo, sino la llama que nos obliga a enfrentar el horror y decir: ¡Nunca más!
