La entrega del Premio Nobel de la Paz a la activista venezolana María Corina Machado este 10 de Diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos, es mucho más que un reconocimiento. Es una denuncia global del grave deterioro democrático y humanitario que sufre Venezuela bajo el régimen de Nicolás Maduro.
La represión, los presos políticos, la censura y el éxodo masivo de millones de venezolanos revelan un país donde los derechos fundamentales dejaron de ser una garantía y se convirtieron en una dolorosa excepción. El Nobel a Machado evidencia la ausencia de libertad en Venezuela y obliga a toda América Latina a reafirmar sin ambig edades su compromiso con la dignidad humana.
Este Día de los Derechos Humanos llega en un momento particularmente tenso para la región. La reciente escalada de violencia en el Caribe, con ataques estadounidenses contra embarcaciones vinculadas al régimen de Maduro, muestra cómo la fuerza está sustituyendo al derecho. Y, como siempre, son los más vulnerables quienes terminan pagando los platos rotos de estos conflictos geopolíticos.
Más allá de las conmemoraciones, este 10 de diciembre América Latina debe mirarse en el espejo de Venezuela y reconocer que la erosión democrática comienza en silencio. El Nobel a Machado no celebra la libertad, sino que evidencia su ausencia. Y eso obliga a todos los países de la región a reafirmar su compromiso inquebrantable con la defensa de los derechos humanos fundamentales.
