El presidente Donald Trump se ha visto forzado a actuar para contener los daños económicos y políticos generados por sus políticas arancelarias, que no han cumplido con las promesas de revitalizar la industria manufacturera y reducir los precios para los consumidores estadounidenses.
Tras imponer los aranceles más elevados a las importaciones desde 1930, Trump anunció el lunes una ayuda de 12.000 millones de dólares para los agricultores estadounidenses, quienes se han visto perjudicados por las represalias comerciales de otros países, principalmente China. Sin embargo, el mandatario omitió que fueron sus propias políticas arancelarias las que provocaron el boicot chino a los productos agrícolas.
Lejos de generar un "Día de la Liberación" con la vuelta de empleos y fábricas al país, los aranceles han ejercido presión al alza sobre los precios, lo que ha puesto al gobierno de Trump a la defensiva frente a la profunda preocupación pública por el costo de vida. De hecho, la inflación se mantiene en torno al 3% anual, casi igual que cuando Trump asumió el cargo.
Además, los puestos de trabajo en el sector manufacturero han seguido disminuyendo gradualmente este año, con pérdidas de unos 50.000 desde enero. Estas cifras contribuyeron a la destitución en julio del director de la Oficina de Estadísticas Laborales, después de que Trump anunciara que las revisiones a la baja de los informes oficiales de empleo estaban "manipuladas".
Trump insiste en que sus aranceles están funcionando o lo harán pronto, y ha prometido utilizar los ingresos arancelarios para extender un cheque gubernamental de 2.000 dólares a cada contribuyente y reducir el impuesto sobre la renta. Sin embargo, las cifras no cuadran, ya que los ingresos arancelarios de este año apenas superan los 250.000 millones de dólares, muy por debajo de los 2,66 billones en impuestos federales sobre la renta.
La "magia numérica" de Trump continúa, con promesas de reducir los precios de los medicamentos en un 1.500% y afirmaciones de que los agricultores serán compensados con los ingresos arancelarios. Pero la realidad es que los daños económicos y políticos de sus políticas comerciales se han convertido en un dolor de cabeza para el presidente, que intenta contenerlos con medidas de emergencia.












