El periodismo en las Américas ya no se ve obligado a defenderse únicamente de las balas, la censura o las celdas de prisión. Ahora enfrenta una amenaza más insidiosa: la asfixia económica se ha convertido en una nueva forma de violencia, más silenciosa, menos visible, pero igual de eficaz para silenciar voces independientes.
En un contexto donde los gobiernos no brindan la protección más básica a los periodistas y la impunidad alimenta un círculo vicioso de violencia, un número creciente de reporteros se ve forzado al exilio simplemente para preservar su vida y continuar con su labor.
La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) ha logrado avances significativos en la lucha contra la impunidad y en la búsqueda de verdad, memoria y justicia. Este año se alcanzaron acuerdos con el Estado colombiano para otorgar reparaciones a las familias de periodistas asesinados, lo que representa pasos esenciales hacia la rendición de cuentas.
Consciente de la creciente realidad del desplazamiento forzado, la SIP también impulsó la creación de la Red Latinoamericana de Periodismo en el Exilio (RELPEX), una iniciativa concebida para apoyar a periodistas y medios desplazados y permitirles continuar cumpliendo su misión profesional con independencia, dignidad y resiliencia.
La crisis ya no se limita a América Latina. En Estados Unidos, el periodismo ha dejado de ser un observador distante y se ha convertido en un objetivo directo dentro de este mismo drama global. La Primera Enmienda, alguna vez considerada un escudo impenetrable, ha demostrado ser vulnerable frente a ataques políticos sostenidos destinados a desacreditar a la prensa y socavar la libertad de expresión.
La sostenibilidad financiera del periodismo sigue siendo el talón de Aquiles de la libertad de prensa. Los desafíos que alguna vez plantearon internet y las redes sociales se han visto amplificados por la rápida expansión de la inteligencia artificial, lo que plantea interrogantes éticos y económicos urgentes.
De cara al futuro, 2026 se perfila como un período desafiante y transformador. La libertad de prensa no debe seguir siendo presentada como un obstáculo para el poder, sino que los Estados tienen la obligación de protegerla, reconociendo que es la base del derecho de la sociedad a saber. El momento exige unidad entre medios de comunicación, periodistas, asociaciones de prensa, grandes empresas de tecnología y gobiernos para hacer frente a un ataque coordinado contra la verdad.









