La frontera sur de México, específicamente la ciudad de Tapachula, en el estado de Chiapas, se ha convertido en un punto de concentración de migrantes provenientes de Haití, Cuba, Venezuela, Guatemala y El Salvador. Según datos de la Comisión de Ayuda al Refugiado (Comar), el 66% de las más de 52,000 solicitudes de asilo registradas en México en 2022 se dieron en Chiapas, con Tapachula como principal receptor.
La Iglesia católica y organizaciones en la zona han detectado grandes asentamientos de migrantes en las periferias y colonias de Tapachula, una ciudad que según el último censo de 2020 tiene una población estimada de 350,000 habitantes. Esto ha generado preocupación entre las autoridades y la población local, que deben aprender a convivir con esta realidad migratoria.
César Augusto Cañaveral, responsable de la Diócesis de la Pastoral de la movilidad humana en Tapachula, explicó que antes la ciudad recibía principalmente migrantes centroamericanos, pero ahora se han acrecentado los grupos de personas provenientes de Haití, Cuba y Venezuela que se encuentran "varadas" en la zona, a la espera de poder ingresar a Estados Unidos.
"Tal vez están esperando que Estados Unidos abra las puertas, abra un poquito su ventana para poder ingresar y esa parte es la que nos preocupa porque es la población menos atendida", señaló Cañaveral Pérez.
Según el sacerdote, si bien los migrantes en albergues son los más necesitados, en estos asentamientos informales hay personas que ya han logrado conseguir trabajos en negocios formales de la ciudad. Sin embargo, Teodoro Vázquez Castillo, secretario general de la Federación Obrera Revolucionaria de Chiapas, considera que esta situación es una "molestia" para los habitantes locales, ya que "estamos en la zona de crisis" y hay más personas que laborar que negocios disponibles.
La migrante cubana Odalis Martha Fuentes Avilés, de profesión ingeniera agrónoma, explicó que muchos migrantes cubanos han decidido quedarse a vivir en Tapachula, ya que han encontrado oportunidades de trabajo y un trato respetuoso, a diferencia de la "atroz" situación que vivían en Cuba bajo la "dictadura" y la "falta de libertad de expresión".
Ante esta realidad, el Gobierno de México ha defendido que los encuentros de migrantes irregulares en la frontera con Estados Unidos han ido a la baja durante el año, pero la Iglesia católica y organizaciones locales consideran que el Gobierno no está a la altura de este "fenómeno migratorio" que sigue siendo un "enorme pendiente" en la región.












