Brigitte Bardot, la legendaria actriz y símbolo sexual de los años 50 y 60, falleció a los 91 años. Bardot, quien fuera una de las estrellas más icónicas del cine francés, abandonó su carrera cinematográfica a los 40 años para dedicarse de lleno a la defensa de los derechos de los animales.
Para el historiador y crítico de cine Antoine de Baecque, Bardot "no fue una gran actriz", sino "un fenómeno, una aparición". Según Baecque, Bardot "encarnó precisamente varios momentos del cine, varias épocas", desde su irrupción a finales de los años cincuenta, coincidiendo con la aparición de la Nouvelle Vague, hasta películas que fueron grandes éxitos tanto en Estados Unidos como en Francia.
Su debut en la pantalla grande en 1956 con la película "Y Dios creó a la mujer", de Roger Vadim, fue un "auténtico terremoto" en la industria cinematográfica. Bardot fue elevada de inmediato al rango de símbolo y sex symbol. Si bien en Francia la acogida de la película fue "muy tibia" por considerarla "chocante" por sus escenas de desnudo y su carácter transgresor, en Estados Unidos fue un "auténtico fenómeno" donde la juventud la eligió como el sex symbol de la época.
Baecque señala que Bardot "solo podía ser ella misma" y que tuvo dificultades con un cine que quería asignarle roles y personajes que encarnar. Sus mejores papeles fueron aquellos en los que se interpretaba a sí misma, como en "Vida privada" de Louis Malle en 1962 y "El desprecio" de Jean-Luc Godard en 1963, donde Godard la utilizó "realmente como una 'bella planta'".
A pesar de no ser considerada una gran actriz, Bardot dejó una huella indeleble en la historia del cine y la cultura popular. Su belleza y sensualidad la convirtieron en un ícono mundial, pero fue su posterior dedicación a la defensa de los animales lo que la mantuvo en la memoria colectiva hasta el final de sus días.
