Un joven de 24 años fue asesinado a balazos a quemarropa y su cuerpo abandonado en un solitario sector del Puente de Guerra, en el eje norte de Puerto Ayacucho. El crimen, que alertó a conductores y residentes cercanos, ocurrió el domingo pasado alrededor de las 5:00 p.m.
Según testigos, Jesús Javier González Joropa, presunto habitante de Morichalito en Los Pijiguaos (Bolívar), recibió múltiples disparos concentrados en la cabeza. "Escuchamos ráfagas y vimos un carro que se fue rápido; el muchacho ya estaba tirado cuando nos asomamos", relató un vecino bajo anonimato, quien presumió que se trató de una ejecución premeditada por la precisión de los impactos y el aislamiento del sitio.
Funcionarios del CICPC acudieron pasadas las 7:00 p.m. para acordonar la zona, fotografiar evidencias y levantar el cadáver. Expertos iniciales indicaron que el móvil permanece desconocido, pero el traslado del cuerpo al lugar desolado sugiere que fue llevado allí para ser eliminado.
Las autoridades activaron protocolos de investigación científica, revisando cámaras cercanas y recolectando casquillos, en busca de pistas sobre los ejecutores. Este homicidio se suma a la ola de violencia que azota los ejes viales periféricos de Puerto Ayacucho.
Según datos del Observatorio Venezolano de Violencia, la tasa de homicidios en el estado Amazonas, donde se ubica Puerto Ayacucho, alcanzó 81,4 por cada 100.000 habitantes en 2021, una de las más altas del país. Líderes comunitarios y organizaciones de derechos humanos han denunciado el aumento de la inseguridad y la impunidad en la región, exigiendo mayor presencia y acciones contundentes por parte de las autoridades.
El asesinato de Jesús Javier González Joropa ha generado consternación en la comunidad y reavivado el llamado a abordar de manera integral la problemática de la violencia en Puerto Ayacucho y sus alrededores. Expertos en seguridad ciudadana subrayan la importancia de fortalecer los mecanismos de prevención, investigación y sanción de estos delitos, así como de atender las raíces sociales y económicas que alimentan la espiral de violencia.












