En un mundo cada vez más acelerado, un creciente grupo de viajeros ha decidido reinventar la forma de despedir el año. En lugar de optar por las tradicionales celebraciones multitudinarias, estos viajeros buscan ambientes sosegados, paisajes sin gritos ni prisas y alojamientos donde la quietud cobra protagonismo.
Según datos recogidos por plataformas de turismo activo, el interés por los destinos menos masificados no deja de crecer, especialmente entre parejas y grupos pequeños que renuncian al bullicio para regalarse unos días de descanso auténtico en pleno invierno.
Algunas de las regiones que se perfilan como los destinos predilectos para esta tendencia son el interior de Galicia, el parque natural de Saja-Besaya en Cantabria, la provincia de Teruel y la Sierra de Guadarrama, cerca de Madrid y Segovia. Estos lugares ofrecen un escenario inigualable, con bosques centenarios, pequeñas aldeas, rutas de senderismo y una rica oferta gastronómica, todo ello acompañado de la hospitalidad local.
En el sur peninsular, las Alpujarras granadinas también se destacan como una de las joyas más apreciadas por quienes buscan paz invernal. Aquí, el viajero recorre pueblos blancos encaramados a la montaña, caminos de senderismo y mesones donde la gastronomía local forma parte de la fiesta, lejos de la masificación de otros enclaves andaluces durante la Navidad y el fin de año.
Estas escapadas rurales y de interior permiten a los viajeros disfrutar de un ritmo lento, una naturaleza intacta y la sensación de tener el entorno sólo para ellos, todo ello sin renunciar al confort. La autenticidad y la amabilidad de las gentes locales hacen que el viaje se convierta en una celebración de la tranquilidad y el disfrute pausado de cada día, una tendencia que se perfila como la nueva forma de despedir el año.
