El pasado domingo, un trágico accidente ferroviario sacudió a México. El tren Transístmico, parte del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (CIIT), que conecta los océanos Atlántico y Pacífico, descarriló en la comunidad zapoteca de Nizanda, en el estado de Oaxaca, dejando un saldo de 13 personas fallecidas y 98 heridas, de las cuales 36 se encuentran hospitalizadas y 5 en estado grave.
La Secretaría de Marina (Semar) informó que en el momento del accidente, el tren transportaba a 9 tripulantes y 241 pasajeros. Tras el descarrilamiento, se desplegaron 360 agentes navales, 20 vehículos, 4 ambulancias terrestres, 3 ambulancias aéreas y un dron táctico para asistir a las víctimas.
La Fiscalía General de la República (FGR) ha iniciado una investigación para determinar las causas del accidente. Según las primeras informaciones, el tren circulaba por la Línea Z, inaugurada en 2023, que recorre desde Veracruz (Atlántico) hasta Salina Cruz (Oaxaca), con una extensión de 212 kilómetros.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, lamentó los hechos y ordenó que el secretario de Marina y el subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación se trasladen al lugar para atender personalmente a las familias de las víctimas.
Este accidente se produce en un momento crucial para México, que busca impulsar el comercio internacional a través del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, una nueva vía de comunicación que pretende competir con el Canal de Panamá y unir Asia con la costa este de Estados Unidos y Europa. Las autoridades tendrán la difícil tarea de esclarecer las causas de este trágico suceso y garantizar la seguridad de este importante proyecto de infraestructura.
