A las puertas del nuevo año 2026, la humanidad se encuentra en un momento de transición y esperanza. Después de los desafíos de los últimos años, las personas albergan nuevas ilusiones de que este tiempo distinto y no conocido traiga consigo cambios positivos.
Como seres humanos, encerrados en este lugar llamado Tierra, nuevas emociones comienzan a abrirse paso en nuestros espacios interiores. Todos anhelamos el fin de los conflictos, los individualismos, los egoísmos y las guerras, y que un nuevo lugar se abra paso hacia las libertades.
Sin embargo, para que esto se haga realidad, no basta solo con el deseo. Es necesario que la humanidad se ponga en marcha y camine junta, remando en la misma dirección. Se requiere valorar al otro como a la propia vida, actuar con intencionalidad y sacrificio por el bien común.
Hemos creado un mundo aparentemente perfecto en formas, pero vacío en el fondo y peligroso. Nuestra hipocresía y falsedad se manifiestan en los ámbitos político y social, donde vemos cómo se manipula y se interfiere en los procesos electorales de otros países.
Para que ese "feliz 2026" sea verdaderamente feliz, debemos cambiar nuestro modo de vida y asumir la responsabilidad individual que nos corresponde. Solo así podremos romper con esa retórica hipócrita y formalista, y abrir paso a un futuro más justo, equitativo y libre.
El nuevo año representa una oportunidad para que la humanidad dé un paso adelante y trabaje en conjunto por un mundo mejor. Depende de nosotros, como individuos y como sociedad, asumir ese desafío y hacer realidad las esperanzas que hoy se vislumbran.









