Panamá se encuentra en el centro de una polémica internacional luego de que la alcaldía de Arraiján ordenara la demolición del monumento en honor a la comunidad china en el Puente de las Américas. Este hecho, ocurrido en la noche del sábado 28 de diciembre de 2025, ha generado fuertes críticas y cuestionamientos sobre los motivos detrás de esta decisión.
El mausoleo, que conmemoraba los 150 años de presencia china en Panamá, era más que una simple estructura. Representaba un símbolo tangible del legado y la profunda conexión de esta comunidad con el país centroamericano, una historia de migración y contribución al desarrollo nacional.
La alcaldesa de Arraiján, Stefany Dayan Peñalba, justificó la demolición alegando un supuesto mal estado de la infraestructura y un riesgo estructural. Sin embargo, esta explicación ha sido cuestionada por diversos actores, quienes señalan que el monumento tenía 21 años de instalado y que la verdadera razón detrás de esta medida se encuentra en presiones externas y desafíos a la soberanía panameña.
Figuras políticas estadounidenses, como el senador Marco Rubio y el exsecretario de Guerra Pete Hegseth, habían manifestado su descontento con la existencia de esta obra durante una visita a Panamá a principios de este año. Estas "sugerencias" externas parecen haber sido el detonante para que el municipio procediera con la demolición del monumento.
La diputada panameña Patsy Lee, de ascendencia china, condenó enérgicamente el hecho, señalando que "pueden derribar un monumento, pero no la historia, ni la cultura, ni el intercambio comercial". La legisladora recordó que la presencia china en Panamá se remonta a 171 años, desde la construcción del ferrocarril, y que esta comunidad ha sido una parte integral del desarrollo del país.
Por su parte, el excanciller panameño y primer presidente de la Junta Directiva de la Autoridad del Canal de Panamá, Jorge Eduardo Ritter, calificó la demolición como "un acto bochornoso y abyecto que debe llenar de verg enza a quienes lo ordenaron", lamentando además que se haya llevado a cabo de manera cobarde, en la noche del sábado.
El presidente panameño, José Raúl Mulino, negó cualquier vínculo con la demolición del monumento y rechazó que haya sido por presiones estadounidenses. Sin embargo, sus declaraciones han sido cuestionadas por la oposición, quienes señalan que el mandatario cedió ante las exigencias de los "gringos racistas antihispanos".
Este incidente ha generado una ola de indignación y preocupación a nivel internacional, resaltando la tensión entre Panamá y los intereses geopolíticos de Estados Unidos en la región. La demolición del monumento a la cultura china se percibe como un ataque a la soberanía y la diversidad cultural de Panamá, dejando a la nación centroamericana en el centro de una controversia que trasciende sus fronteras.












