Una investigación exhaustiva revela cómo los asesores de seguridad nacional de Trump, Marco Rubio y Stephen Miller, impulsaron una campaña cada vez más violenta contra el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, mezclando objetivos de política exterior, lucha contra el narcotráfico y control de los recursos petroleros.
La historia comienza en una reunión en el Despacho Oval, donde Trump buscaba formas de endurecer la presión sobre Venezuela. Rubio, un halcón contra Maduro, y Miller, arquitecto de las políticas antiinmigración, convergieron en una estrategia que involucró ataques marítimos contra supuestos narcotraficantes, un cuasi-bloqueo de petroleros venezolanos y amenazas de una posible intervención terrestre.
La campaña, que ha dejado al menos 105 muertos en ataques a embarcaciones, se justificó inicialmente como una lucha contra el tráfico de drogas. Pero los detalles revelan que estuvo fuertemente influenciada por los intereses de grupos cubanoamericanos, la disputa por el control del petróleo venezolano y los objetivos antiinmigración de Miller.
Rubio y Miller lograron limitar la planificación a un círculo cerrado, aprovechando el desmantelamiento de partes de la burocracia federal que normalmente coordinaría este tipo de operaciones. El resultado ha sido una campaña plagada de irregularidades legales y éticas, que algunos expertos califican como asesinatos o crímenes de guerra.
La historia demuestra cómo los asesores con agendas superpuestas lograron llevar a Estados Unidos a una peligrosa confrontación militar con Venezuela, al margen de los procesos institucionales y de las consideraciones de política exterior y seguridad nacional.










