Tegucigalpa - En un giro significativo para la política hondureña, Nasry Asfura fue declarado presidente electo tras las elecciones generales celebradas el 30 de noviembre de 2025, marcando el regreso del Partido Nacional al poder después de cuatro años de gobierno de izquierda bajo Xiomara Castro.
Asfura, conocido popularmente como "Tito", obtuvo una estrecha ventaja sobre su principal rival, Salvador Nasralla, en un proceso electoral marcado por tensiones y disputas. Sin embargo, el Consejo Nacional Electoral (CNE) declaró su triunfo el 24 de diciembre de 2025, con el 99.8% de las actas escrutadas.
La victoria de Asfura representa no solo un cambio de rumbo ideológico, sino también una prueba de resiliencia para la democracia en Honduras. A pesar de las acusaciones de irregularidades y las intervenciones externas, el proceso electoral fue avalado por las distintas misiones de observación, reflejando el compromiso de los hondureños con su sistema democrático.
Asfura, un empresario y político con experiencia previa como alcalde de Tegucigalpa, se perfila como una figura pragmática y accesible, con el lema "¡A la orden!" que ha resonado entre los votantes. Su campaña se centró en temas como la seguridad nacional, el crecimiento económico y la reconciliación nacional, buscando unir a un país dividido por ideologías.
El respaldo de figuras internacionales, como el expresidente estadounidense Donald Trump, ha añadido un matiz global a esta elección, subrayando las alianzas conservadoras en la región. Su triunfo fue reconocido por la mayoría de los gobiernos del continente, de Europa y otras latitudes.
Asfura se ha comprometido a realizar cambios significativos en su gobierno, como poner fin al prolongado estado de excepción, renovar el tratado de extradición con Estados Unidos y restablecer las relaciones con China Taiwán. Además, ha prometido gobernar "con el pueblo", evitando el aislamiento presidencial y enfocándose en la creación de empleos como mecanismo para combatir la inseguridad.
La elección de Asfura infunde esperanza en la democracia hondureña al demostrar la capacidad de alternancia pacífica del poder. A pesar de las disputas, el proceso electoral reforzó las instituciones, mostrando que las voces ciudadanas prevalecen.
Para muchos, esta victoria significa un rechazo al autoritarismo percibido en el gobierno de Castro, abriendo puertas a reformas democráticas. Asfura ha prometido transparencia, un elemento clave para restaurar la confianza en las instituciones públicas.
Si bien Asfura enfrentará desafíos como la violencia y la pobreza, su experiencia como alcalde ofrece herramientas prácticas para abordarlos. La reconciliación con opositores será crucial para una gobernanza efectiva, y en el horizonte se vislumbran posibles reformas electorales para prevenir futuras disputas.
Con el apoyo de aliados internacionales, Nasry Asfura asume la presidencia de Honduras con la esperanza de impulsar el desarrollo económico y fortalecer la democracia en el país.
