El emblemático edificio de Correos de Guayaquil, una estructura patrimonial en el centro de la ciudad, ha sido despojado de uno de sus símbolos más representativos: los históricos casilleros de bronce. Este desmantelamiento ha generado alarma entre comerciantes y ciudadanos, quienes advierten sobre la pérdida de la memoria urbana de Guayaquil.
Los casilleros, que durante años formaron parte de la identidad guayaquileña, han desaparecido tanto de la fachada del edificio como de las calles aledañas. En su lugar, quedan huecos y espacios en blanco que han sido ocupados de manera improvisada, ya sea como basureros o como estanterías para los comerciantes de la zona.
"Yo tenía mi casillero y me da pena por cómo está ahora esa parte. Guayaquil debería recuperar su memoria. Lo mismo pasa en otros edificios, es lamentable", expresó el ciudadano Gustavo Roca, quien lamenta la pérdida de este elemento emblemático.
El historiador Fernando Mancero también se pronunció sobre el tema, calificando la situación como una "depredación" ante la "mirada cómplice de las autoridades". Mancero recuerda que estos casilleros fueron emblemáticos durante muchos años, y su desaparición representa una pérdida más de la identidad de la ciudad.
El planificador urbano Felipe Huerta, por su parte, destaca el valor simbólico de los casilleros, que eran un símbolo del Estado y no simples "urnas desechables sin valor". Huerta considera que estos elementos deberían preservarse en la pared como una evocación monumental de un pasado memorable.
Investigadores como Javier Castillo también deploran el desmantelamiento de los casilleros de bronce, señalando que eran una parte importante del Palacio de Telecomunicaciones y Correos, y que su pérdida es lamentable.
Actualmente, el edificio alberga el pasaje comercial homónimo y también la Universidad de las Artes. Desde esta institución se informó que se concederá una entrevista el próximo 5 de enero de 2026 para abordar la situación y conocer el estado del inmueble.
La desaparición de estos icónicos casilleros ha dejado a Guayaquil "desnuda" de una parte de su identidad, según advierten los comerciantes y ciudadanos afectados. La pérdida de este elemento patrimonial ha generado un sentimiento de tristeza y preocupación por la preservación de la memoria histórica de la ciudad.
