El año 2025 marcó un punto de inflexión en la digitalización del ser humano, un proceso que va mucho más allá de la mera proliferación de pantallas y aplicaciones. Según expertos, estamos ante una transformación profunda en la forma en que pensamos, decidimos, trabajamos y nos relacionamos.
El desarrollo acelerado de la inteligencia artificial dejó de ser una promesa para convertirse en una experiencia cotidiana. Futurólogos como Ray Kurzweil y pensadores contemporáneos como Yuval Noah Harari han advertido sobre una aceleración exponencial en este campo, lo que representa un quiebre de era comparable al paso de la Edad Media a la modernidad.
Voces del mundo académico, empresarial y político han alertado sobre los riesgos de abandonarse al "placer del avance tecnológico" guiado solo por intereses comerciales o geopolíticos. Según el reciente Premio Princesa de Asturias, Byung-Chul Han, la digitalización sin límites puede tener efectos perjudiciales, como la erosión de la atención, la autoexplotación disfrazada de libertad, la pérdida del pensamiento crítico y la transformación del ser humano en un sujeto permanentemente expuesto, medido y optimizado.
En este contexto, cobra fuerza el concepto de "ciudadanía digital", entendida no como una moda académica o un eslogan institucional, sino como una necesidad urgente. Se trata de formar a las personas y diseñar sistemas bajo un marco claro de derechos, deberes, límites y responsabilidades en entornos digitales e híbridos, de modo que el desarrollo tecnológico esté explícitamente orientado al beneficio de la humanidad y a la preservación de la especie.
Expertos coinciden en que el futuro de las próximas generaciones depende de lo que hagamos o dejemos de hacer desde el día de hoy. No se trata solo de políticas públicas, sino también de un desafío de formación familiar y educación escolar. La única manera de empezar es empezar, recordando que todo camino largo arranca siempre con un paso corto.
Somos todos pioneros en el desarrollo digital del ser humano, y lo que hagamos hoy tendrá un impacto positivo si está guiado por conciencia y propósito, primero en nuestro entorno familiar y luego en la sociedad. El futuro no se espera, se construye, y empieza ahora.












