El Atlántico cerró 2024 con uno de los mejores comportamientos fiscales entre los departamentos de categoría primera, al alcanzar 61,8 puntos en el Índice de Desempeño Fiscal (IDF) del Departamento Nacional de Planeación. Este indicador mide la capacidad de los gobiernos territoriales para generar ingresos propios, ejecutar su presupuesto, sostener niveles adecuados de inversión y cumplir las reglas de disciplina fiscal.
Pese a este buen resultado, el departamento fue clasificado en la categoría "Vulnerable", una franja que agrupa a los territorios que cumplen las reglas fiscales y de endeudamiento, pero que aún exhiben alta dependencia de las transferencias nacionales y moderados niveles de inversión, especialmente en infraestructura. En contraste, otros departamentos comparables obtuvieron puntajes inferiores a 51 y fueron clasificados "En riesgo".
Los componentes del IDF revelan que el Atlántico mantiene fortalezas operativas sólidas. El departamento muestra una menor dependencia relativa de las transferencias nacionales, un buen comportamiento de su cuenta corriente y la capacidad de generar excedentes después de cubrir sus gastos recurrentes. Este margen le ha permitido contar con una mayor holgura fiscal y destinar recursos a inversión en condiciones más favorables que otros territorios comparables.
Sin embargo, al revisar la ejecución presupuestal, el panorama cambia. El departamento registró la menor proporción de inversión ejecutada frente a lo programado y fue el segundo departamento con más baja recaudación frente a la meta. Además, no obtuvo la bonificación por esfuerzo propio, un indicador que premia el crecimiento del recaudo tributario y no tributario.
Un estudio de Fundesarrollo sobre las finanzas departamentales en el Atlántico durante la última década revela que, si bien los ingresos crecieron 4% en términos reales, el gasto aumentó 39%, consolidando un déficit estructural y recurrente. Además, el endeudamiento se ha convertido en un factor crítico, pues la deuda del Atlántico se cuadruplicó en la última década, y entre 2022 y 2023 creció un 51% en términos reales.
La inversión per cápita del departamento es la más baja entre los comparables, con una caída del 96% en inversión en infraestructura entre 2013 y 2023. Asimismo, el estudio advierte que las proyecciones oficiales de mediano plazo presentan desviaciones importantes frente a las tendencias históricas, lo que refuerza la necesidad de alinear la planificación fiscal con escenarios más realistas.
Aunque el Atlántico mantiene resiliencia operativa y una posición favorable frente a departamentos similares, persisten retos estructurales que podrían afectar su estabilidad fiscal. El endeudamiento creciente, la baja capacidad de inversión, los rezagos en el recaudo y las dificultades en la ejecución presupuestal configuran un escenario que requiere ajustes sostenidos. El futuro fiscal del departamento dependerá de la capacidad de convertir la disciplina actual en decisiones estratégicas, con una planificación realista, mayor eficiencia en la inversión y fortalecimiento del recaudo.












