El incremento del precio de los combustibles en Bolivia ha revertido una dinámica fronteriza que se mantuvo durante años: ahora son los conductores bolivianos quienes cruzan a Brasil para abastecerse de gasolina y diésel. El fenómeno se observa con claridad en las ciudades fronterizas de Corumbá y Ladário, donde las estaciones de servicio registran un aumento sostenido de vehículos con placas bolivianas.
El cambio se produjo tras la promulgación del Decreto Supremo 5503, firmado por el presidente Rodrigo Paz, que eliminó los subsidios a los combustibles y flexibilizó el régimen cambiario. La medida, adoptada en el marco de una declaratoria de emergencia económica, incrementó los precios: la gasolina subió alrededor de 86% y el diésel más de 160%, con vigencia inicial de seis meses.
Según el periodista brasileño Leonardo Cabral, del Diário Corumbaense, la tendencia se invirtió por completo. "Antes era normal ver autos de Corumbá y Ladário cruzando a Bolivia para cargar combustible más barato en Puerto Quijarro, incluso en puntos clandestinos. Ahora se ve lo contrario: los bolivianos están viniendo para acá", señaló.
Las estaciones de servicio de Corumbá reportan un incremento de entre 30% y 40% en el movimiento diario, impulsado por la presencia de conductores bolivianos. "Prefieren pagar un poco más caro, pero ahorrar tiempo. En Bolivia pueden pasar hasta dos días en la fila esperando combustible; aquí llegan, cargan y se van", explicó Cabral.
Un joven boliviano de 22 años entrevistado por el Diário Corumbaense dijo que la escasez y las largas colas ya eran habituales incluso antes del decreto en los municipios de Puerto Quijarro y Puerto Suárez. "Ahora, con el aumento de precio y la falta de producto, prefiero cargar en Corumbá. Pago más, pero lleno al instante", comentó.
Desde el Gobierno boliviano, el presidente Paz defendió la eliminación de subsidios como una medida para sanear las finanzas públicas y generar recursos fiscales adicionales que se redistribuirán entre el nivel central y los gobiernos regionales. Sin embargo, en la frontera los efectos ya son visibles: filas más cortas del lado brasileño y un flujo constante de vehículos bolivianos que priorizan rapidez y certeza frente al costo.











