La esperanza en un horizonte nuevo y distinto se viene fortaleciendo en tiempos recientes. Y no parece decaer a pesar de todos los pesares.
Este no es un momento para largas reflexiones. Al contrario, se aprecia y agradece la brevedad. El alma del ingenio, como dijo un gran poeta clásico.
La esperanza no está montada en castillos de arena. No. Esta sostenida en la voluntad popular por hacer valer la soberanía constitucional. La fuerza de estos hechos no se puede ignorar. El poder establecido pretende que nada ha pasado ni pasa. Gran error.
Por eso la lucha debe redoblarse con la justicia y el anhelo de libertad. Esos son los horizontes que nos esperan. Los ciudadanos se unen en torno a la defensa de la soberanía constitucional, en un momento de incertidumbre y desafíos para el país.
Las voces que claman por un cambio real y profundo han cobrado fuerza, desafiando al establishment político y económico. Existe un sentimiento generalizado de que es necesario repensar el rumbo del país y recuperar el control sobre los destinos de la nación.
Más allá de las diferencias ideológicas, hay un denominador común: la exigencia de que se respeten los principios y valores consagrados en la Constitución. Esto ha generado una movilización sin precedentes, con manifestaciones pacíficas y acciones ciudadanas que buscan hacer oír su voz.
Los líderes de este movimiento sostienen que la soberanía popular debe prevalecer sobre los intereses particulares. Afirman que es hora de poner fin a la concentración del poder y a las prácticas que han erosionado la confianza de la ciudadanía en las instituciones.
En este contexto de efervescencia social, el gobierno ha intentado minimizar el alcance de las protestas, negando que exista una crisis de legitimidad. Sin embargo, los hechos hablan por sí solos: la gente ha salido a las calles para exigir un cambio radical en la forma de gobernar.
Analistas y expertos coinciden en que este momento histórico representa una encrucijada para el país. Las decisiones que se tomen en los próximos meses tendrán un impacto profundo en el futuro de la nación. La ciudadanía espera que sus demandas sean escuchadas y que se inicie un proceso de transformación que devuelva el poder al pueblo.











