En un futuro no tan lejano, la humanidad podría enfrentarse a una realidad sorprendente: la mentira, ese defecto que parece inherente a nuestra especie, podría ser erradicada gracias a una tecnología que detecta y obliga a decir la verdad.
Según un relato de ficción que viaja 50 años en el tiempo, hacia el año 2075 se ha desarrollado un chip cerebral capaz de determinar si una persona está mintiendo o no. Este dispositivo sería implantado obligatoriamente en todos los seres humanos a los 15 años de edad, como parte de una reforma a la Declaración de los Derechos Humanos.
La implementación de esta tecnología de la verdad tendría un impacto profundo en todos los ámbitos de la sociedad. Imagina cómo serían las entrevistas con políticos, las declaraciones de empresarios, las conversaciones entre parejas o amigos. Nada quedaría oculto, pues todos estarían obligados a decir la verdad, sin posibilidad de engaño.
"Ahora imaginemos cómo serían las entrevistas con los políticos, cómo actuarán los contadores y dueños de empresas, qué dirían los trabajadores; cómo serían los comerciales, solo diciendo verdades. Los vendedores de autos, seguros, médicos, profesores, deportistas; poetas, músicos e intérpretes, qué dirían sus canciones. Los sacerdotes y pastores; vigilantes, policías y militares, jueces, fiscales y abogados litigantes. Cómo se declararían los acusados; las parejas de novios y matrimonios, los amigos y compañeros", se pregunta el autor del texto.
La verdad, que a menudo se considera una virtud, también puede ser incómoda, cruel o incluso dañina. ¿Estarían las personas realmente preparadas para enfrentar una realidad sin filtros? ¿Cómo afectaría esto a las relaciones humanas, a la política, a la economía y a la sociedad en general?
Estas son las preguntas que surgen al imaginar un mundo donde la mentira ya no es una opción. Un mundo donde la lógica y la transparencia prevalecen, pero donde también se pone en tela de juicio la naturaleza misma de la verdad y su papel en la vida de los seres humanos.
