Los riads, las tradicionales casas marroquíes con patios interiores, se han convertido en uno de los símbolos turísticos más representativos de Marrakech. En las últimas dos décadas, estos antiguos hogares familiares han ido dejando paso a establecimientos hoteleros que ofrecen a los visitantes una inmersión en la vida cotidiana y las costumbres de las familias locales.
La medina de Marrakech, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1985, alberga un sinfín de estas casas tradicionales, con sus característicos patios y ventanas que miran hacia el interior. Sin embargo, barrios históricos como Bab Doukkala, Mouassine o Laqsour están dominados cada vez más por riads turísticos, mientras que las viviendas habitadas por familias marroquíes son cada vez más escasas.
Según los expertos, el auge del turismo y el interés patrimonial por la ciudad han impulsado la transformación de muchos de estos hogares en establecimientos hoteleros. Muchos extranjeros han adquirido y restaurado estos inmuebles para convertirlos en alojamientos turísticos, elevando el precio del mercado inmobiliario en la zona.
"En nuestro barrio solo quedan tres familias viviendo aquí, el resto de los riads son hoteles. A veces incluso unen varias casas en un solo riad", explica Sara, una vecina de la calle Jamaa, dentro de la medina de Marrakech.
Los riads se han consolidado como un elemento indisociable de la oferta turística de Marrakech, principal destino del país magrebí. Según los últimos datos, la ciudad registró 11 millones de pernoctaciones en los primeros diez meses del año, el 31% del total nacional.
Para mantener este producto turístico, los expertos consideran clave preservar la autenticidad de la medina, conservando los zocos, los puestos y comercios del barrio, el hammam y otros espacios que, junto a los riads, conforman el espíritu de Marrakech.











