Venezuela enfrenta una prohibición limitada y desigual de la venta y uso de fuegos artificiales durante la temporada decembrina. Aunque varios municipios han establecido restricciones, la medida solo abarca alrededor del 1,5% del territorio nacional, reflejando la falta de un enfoque integral a nivel país.
La decisión de prohibir la pirotecnia ha sido adoptada de forma unilateral por algunas entidades locales, lo que ha restringido su alcance y efectividad. Hasta el momento, solo tres municipios -Los Salias y Guaicaipuro en el estado de Miranda, y Simón Bolívar en Anzoátegui- han implementado esta medida.
Esta situación contrasta con los reiterados llamados de las autoridades y especialistas sobre los riesgos que representan los fuegos artificiales para la salud, la seguridad y el bienestar animal. El uso de pirotecnia puede generar efectos negativos en animales, personas neurodivergentes y el medio ambiente, incluyendo contaminación del aire y el suelo.
A pesar de que el marco legal venezolano prohíbe la venta de fuegos artificiales a niños, niñas y adolescentes, la comercialización informal o sin controles continúa en la mayoría de las entidades del país. Esto evidencia la necesidad de un enfoque más integral y coordinado para abordar este problema de manera efectiva a nivel nacional.
Expertos en neuroeducación e integración sensorial advierten sobre los impactos particularmente severos que pueden tener los estímulos auditivos de la pirotecnia en niños con trastornos del espectro autista (TEA), trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y bebés prematuros. Estos grupos pueden experimentar una respuesta de estrés o incomodidad extrema ante los sonidos intensos y repentinos.
Además, los fuegos artificiales representan un riesgo físico directo, con posibles quemaduras, lesiones oculares y accidentes, especialmente en menores de edad. La exposición al ruido también puede generar molestias auditivas y estrés en personas sensibles.
Desde una perspectiva ambiental, la combustión de la pirotecnia libera partículas finas y metales pesados que afectan la calidad del aire, mientras que los residuos sólidos permanecen en calles, ríos y espacios naturales, con un impacto prolongado en los ecosistemas urbanos.
A pesar de estos riesgos, la prohibición de fuegos artificiales en Venezuela sigue siendo una medida limitada y desigual, aplicada solo en una pequeña fracción del territorio nacional. Esto evidencia la necesidad de una estrategia más integral y coordinada a nivel país, que aborde de manera efectiva los desafíos asociados al uso de la pirotecnia durante las celebraciones decembrinas.




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