El consumo de drogas presenta indicadores alarmantes en Chile, con las regiones de Valparaíso y Metropolitana concentrando más del 50% del consumo a nivel nacional. En este escenario, resulta especialmente preocupante que choferes de microbuses registren resultados positivos en narcotest, alcanzando un 31% según informes del Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (SENDA).
Conducir bajo los efectos de estupefacientes no solo constituye una grave infracción, sino un problema mayor de seguridad vial y de salud pública que, pese a campañas y fiscalizaciones, persiste sin lograr controlarse de manera efectiva. Desde la psicología, se observan diversos factores que contribuyen a este fenómeno, como historias de deprivación social, contextos socioculturales que normalizan el uso de sustancias, alimentación deficiente y rasgos de impulsividad.
Otro factor relevante es la pesada carga laboral que enfrentan los choferes. Jornadas extensas, escasos tiempos de descanso y exigencias físicas y mentales elevadas los llevan a consumir drogas para "mantenerse despiertos" o sentir mayor energía. Si bien ciertas sustancias generan un efecto inmediato de activación cerebral, el deterioro posterior obliga a aumentar las dosis, configurando un círculo vicioso que desemboca en dependencia.
El transporte público exige capacidades cognitivas complejas, como atención sostenida, toma rápida de decisiones y anticipación de riesgos. El consumo de cocaína, por ejemplo, incrementa la impulsividad y la falsa sensación de control, volviendo al conductor más irritable y fatigable. El cannabis, en tanto, afecta la atención, el juicio y el tiempo de reacción, habilidades críticas para una conducción segura.
Frente a esta realidad, se requieren medidas integrales que vayan más allá de exigir licencia de conducir. Es necesario implementar procesos de selección que permitan detectar indicios de consumo, controles permanentes, sanciones efectivas y una adecuada planificación de las jornadas laborales, que considere tiempos reales de descanso, alimentación y recuperación.
Finalmente, la responsabilidad también recae en las empresas de transporte. Iniciativas como la "Ley Alberto" apuntan a reforzar los controles, pero su eficacia depende de una aplicación rigurosa. Cuando está en juego la vida de las personas, la conducción bajo consumo de drogas debe enfrentarse con una política de tolerancia cero, clara y sostenida en el tiempo.












