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La historia de Octavia y la puerta del 2387: 37 años del ícono del rock boliviano

La historia de Octavia y la puerta del 2387: 37 años del ícono del rock boliviano

Hace 37 años, en una casa del barrio paceño de Sopocachi, nació una de las historias más persistentes y representativas del rock boliviano. Fue allí, en la puerta del 2387, donde se gestó la leyenda de Octavia, una de las bandas más icónicas de la escena musical del país.

Octavia, la agrupación liderada por el carismático vocalista y compositor Raúl Siles, se convirtió en un símbolo de la contracultura y la resistencia en Bolivia durante las décadas de los 80 y 90. Con una propuesta musical que combinaba el rock, el punk y las raíces andinas, la banda logró conectar con una generación que buscaba expresar su descontento y anhelos de cambio a través de la música.

La historia de Octavia comenzó el 10 de agosto de 1986, cuando Siles y un grupo de amigos decidieron reunirse en la puerta del 2387 para dar vida a un proyecto musical que reflejara sus inquietudes y visión del mundo. Fue allí, en ese humilde espacio, donde se gestaron algunos de los temas más emblemáticos de la banda, como "Sube a mi moto" y "Calle Murillo".

"La puerta del 2387 no es sólo una dirección, es un símbolo. Allí, en esa casa, nació todo. Fue el lugar donde nos juntábamos a ensayar, a discutir sobre política, a soñar con cambiar el mundo a través de la música", recuerda Siles, quien hoy, a sus 57 años, sigue siendo el alma mater de Octavia.

A lo largo de su trayectoria, la banda logró consolidarse como una de las voces más influyentes de la escena contracultural boliviana. Sus letras, cargadas de crítica social y un profundo sentido de identidad, resonaron con miles de jóvenes que buscaban en Octavia un espacio de expresión y resistencia.

Canciones como "Calle Murillo", que denunciaba la represión policial, o "Sube a mi moto", que celebraba la libertad y la rebeldía, se convirtieron en himnos generacionales que aún hoy siguen siendo cantados y reivindicados por sus seguidores.

Pero la historia de Octavia no se limita solo a la música. La banda también se convirtió en un referente de la lucha por los derechos humanos y la justicia social en Bolivia. Siles y sus compañeros participaron activamente en movimientos estudiantiles, sindicales y políticos, utilizando su plataforma artística para denunciar la corrupción, la desigualdad y la opresión.

"Octavia siempre fue más que una banda de rock. Éramos una voz para quienes no tenían voz, un espacio de resistencia y de construcción de una sociedad más justa e igualitaria", afirma Siles.

Hoy, 37 años después de su nacimiento, Octavia sigue siendo un ícono del rock boliviano. La agrupación continúa activa, liderando una nueva generación de músicos y activistas que buscan mantener viva la llama de la rebeldía y la transformación social.

Y es que, como bien lo expresa Siles, "la puerta del 2387 no es solo una dirección, es un símbolo. Es el lugar donde todo comenzó, donde nació una historia que sigue viva y que seguirá resonando en el corazón de Bolivia".

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