La República Dominicana enfrenta una problemática oculta pero devastadora: la ludopatía, una adicción al juego que afecta la salud mental, la economía familiar y la estabilidad social del país.
Detrás de la aparente diversión de las bancas de lotería, las apuestas deportivas y las máquinas tragamonedas, se esconde una realidad poco visible que va en aumento. Según Eddy Paulino, director del Departamento de Psicología de la Fundación Fénix, al menos un 2% de la población dominicana sufre de dinámicas de juego problemáticas, con el agravante de que "del 80 al 85% de los ludópatas tiene ideas suicidas y casi un 20% lo ha intentado".
La ludopatía, considerada una enfermedad crónica del cerebro, compromete los mecanismos cerebrales responsables del placer y la motivación, provocando una dependencia que avanza de manera progresiva. A diferencia de otras adicciones más visibles, esta se camufla con facilidad, amparada en una cultura que ha legitimado el juego como algo cotidiano.
Las primeras señales de alerta suelen ser mentiras constantes, endeudamiento recurrente, aislamiento social y abandono de responsabilidades familiares y laborales. Sin embargo, muchos pacientes no buscan ayuda por iniciativa propia, sino por presión de su entorno o tras tocar fondo.
El tratamiento de la ludopatía requiere un abordaje integral que incluye terapia psicológica, apoyo psiquiátrico, grupos de autoayuda y trabajo con la familia. La recuperación va más allá de dejar de jugar, implica cambios profundos en la forma de vivir, manejar emociones y enfrentar frustraciones.
Eddy Paulino, el especialista en adicciones, advierte que "solo no se puede salir; el cerebro está secuestrado por la enfermedad. El jugador aprende a ser manipulador, mentiroso. La enfermedad no le permite ver la propia enfermedad".
Frente a esta creciente epidemia, es fundamental romper el tabú y tratar la ludopatía como lo que es: una enfermedad que puede afectar a cualquier persona, sin distinción de edad, género o nivel socioeconómico. Solo así se podrá brindar el apoyo y los recursos necesarios para que los dominicanos puedan recuperar el control de sus vidas.










