Luego de un proceso electoral altamente polarizado en Honduras, el Consejo Nacional Electoral (CNE) declaró a Nasry Asfura, del conservador Partido Nacional, como el nuevo presidente electo. Esta decisión fue respaldada por la Misión de Observación Electoral (MOE) de la Organización de Estados Americanos (OEA), aunque generó fuertes críticas de la candidata opositora Rixi Moncada.
El proceso electoral en Honduras estuvo marcado por diversas irregularidades, como fallas en el sistema de transmisión de resultados preliminares y declaraciones polémicas del entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a favor del candidato ganador. Esto generó un clima de incertidumbre y desconfianza entre los actores políticos.
La MOE-OEA reconoció que hubo limitaciones en la implementación de soluciones tecnológicas para el procesamiento de los resultados, lo que afectó la oportunidad y claridad de la información oficial. Sin embargo, la misión aseguró que estas deficiencias no comprometieron la integridad de la elección.
Pese a ello, la candidata Rixi Moncada, del Partido Libertad y Refundación (Libre), denunció que el CNE "asesinó nuestra incipiente democracia" al proclamar a Asfura como presidente electo, calificando su victoria como "un fraude y una imposición extranjera".
Por su parte, el gobierno de Guatemala reconoció los resultados electorales y expresó su voluntad de mantener una cooperación binacional con Honduras, deseando éxito a la gestión del nuevo mandatario.
La MOE-OEA, si bien reconoció la existencia de sectores que no comparten los resultados, reafirmó que no identificó elementos fraudulentos determinantes y consideró que los resultados declarados reflejan la voluntad expresada por la ciudadanía en las urnas.












