El ministro de Defensa de Israel, Israel Katz, ha afirmado categóricamente que Israel no se retirará nunca de la Franja de Gaza, elevando así la tensión en la región. A pesar de las aclaraciones posteriores de su cartera, que indicaron que sus declaraciones se referían únicamente a un contexto de seguridad, el ministro dejó claro que Israel tiene la intención de mantener su presencia en el enclave.
Katz sostuvo que, "con la ayuda de Dios", cuando llegue el momento oportuno, se establecerán puestos de avanzada de Nahal en el norte de Gaza, en alusión al Plan de Desconexión de 2005, cuando Israel desmanteló 21 colonias en el enclave y cuatro en Cisjordania. "Nunca dejaremos Gaza, estamos allí para proteger y evitar que se repita lo ocurrido en octubre de 2023", dijo, en referencia al ataque de Hamás.
Estas declaraciones suponen un desafío directo al plan de paz promovido por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que busca una solución negociada al conflicto israelo-palestino. Tras las presiones de Washington, el Gobierno israelí aclaró que no tiene intención de establecer asentamientos en Gaza, pero la firme posición del ministro de Defensa pone en duda la voluntad de Israel de avanzar en el proceso de paz.
La situación en Gaza sigue siendo extremadamente tensa, con el bloqueo impuesto por Israel, las constantes confrontaciones entre el ejército israelí y los grupos armados palestinos, y la grave crisis humanitaria que afecta a la población civil. Las declaraciones de Katz no hacen más que agravar este delicado equilibrio, poniendo en riesgo los esfuerzos por alcanzar una solución duradera al conflicto.
En este contexto, la comunidad internacional observa con preocupación los últimos acontecimientos, instando a ambas partes a retomar el diálogo y a buscar una salida negociada que ponga fin a décadas de violencia y sufrimiento. El futuro de la región dependerá en gran medida de la capacidad de Israel y de los palestinos de superar sus diferencias y trabajar juntos por la paz.
