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Asombroso descubrimiento: Las primeras galaxias y agujeros negros se formaron mucho más rápido de lo esperado

Asombroso descubrimiento: Las primeras galaxias y agujeros negros se formaron mucho más rápido de lo esperado

Una investigación encabezada por el académico chileno Rodrigo Herrera-Camus, de la Universidad de Concepción, ha revelado un sorprendente hallazgo sobre el amanecer del cosmos. Gracias a la potente combinación del observatorio ALMA y el Telescopio Espacial James Webb (JWST), los científicos han descubierto que las primeras galaxias y agujeros negros se formaron mucho más rápido de lo que predecían los modelos científicos actuales.

El trabajo, publicado en la prestigiosa revista Nature Astronomy, sintetiza los resultados más relevantes de las observaciones conjuntas entre ALMA y el JWST. Según Herrera-Camus, director del Núcleo Milenio de Galaxias (MINGAL), "esto es una hermosa hazaña" y un reconocimiento a que el equipo chileno es líder en la materia.

Los datos revelan que las galaxias y sus agujeros negros supermasivos asociados surgieron mucho antes de lo que cualquier simulación clásica podría haber previsto. Antes de contar con estos instrumentos, la ciencia dependía de estimaciones globales de masa y luz ultravioleta. Ahora, la realidad es distinta:

Las galaxias emergieron y crecieron con una rapidez sorprendente, tanto en tamaño como en abundancia. Además, se detectó la aparición temprana de polvo interestelar y elementos químicos como carbono, nitrógeno y oxígeno en los primeros instantes del cosmos. Incluso se documentaron discos galácticos bien formados en épocas muy tempranas, desafiando la idea de que estas estructuras se creaban de forma lenta y gradual.

"Ha sido una verdadera revolución para entender cómo galaxias como la Vía Láctea se formaron tan temprano", señala Herrera-Camus. Entre los hallazgos más sorprendentes destacan la identificación de agujeros negros supermasivos "bebés" y vientos galácticos potentes capaces de regular la formación de estrellas desde el inicio.

La clave para este avance fue la combinación de instrumentos astronómicos: mientras ALMA traza el gas frío y el polvo, el James Webb aporta datos precisos mediante espectroscopía y luz infrarroja.

Este esfuerzo internacional, que tomó más de un año y medio de trabajo, contó con la colaboración de expertos de instituciones como el Instituto Max Planck (Alemania), el Observatorio de Leiden (Países Bajos) y la Universidad de Tokio (Japón).

Pero el trabajo también mira hacia el futuro y refuerza el rol protagónico de Chile en la próxima década. Con la futura entrada en operación del Extremely Large Telescope (ELT) en el desierto de Atacama, la capacidad de observación alcanzará niveles de detalle sin precedentes. La combinación del ELT con la red de antenas de ALMA permitirá desentrañar los misterios que aún persisten sobre la formación de las primeras estructuras cósmicas.

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